Icono del sitio FUENTES INFORMADAS

Un grupo de expertos descubre el origen de la tenue atmósfera de la Luna

Representación artística de un astronauta trabajando en la superficie lunar. | EP

Algunos átomos son expulsados al espacio, mientras que otros permanecen suspendidos sobre la luna

La apenas perceptible atmósfera lunar es principalmente un producto de “vaporización por impacto”, según un novedoso estudio de muestras de suelo lunar de las misiones Apolo de la NASA que recoge Europa Press.

El análisis de científicos del MIT y la Universidad de Chicago, publicado en Science Advances, sugiere que a lo largo de los 4.500 millones de años de historia de la Luna, su superficie ha sido bombardeada continuamente, primero por meteoritos masivos y luego, más recientemente, por “micrometeoroides” más pequeños, del tamaño del polvo.

Estos impactos constantes han levantado el suelo lunar, vaporizando ciertos átomos al contacto y lanzando las partículas al aire. Algunos átomos son expulsados al espacio, mientras que otros permanecen suspendidos sobre la luna, formando una atmósfera tenue que se repone constantemente a medida que los meteoritos continúan golpeando la superficie.

“Damos una respuesta definitiva: la vaporización por impacto de meteoritos es el proceso dominante que crea la atmósfera lunar”, dice en un comunicado la autora principal del estudio, Nicole Nie, profesora adjunta del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del MIT.

“La luna tiene cerca de 4.500 millones de años y, durante ese tiempo, la superficie ha sido bombardeada continuamente por meteoritos. Demostramos que, con el tiempo, una atmósfera delgada alcanza un estado estable porque se repone continuamente mediante pequeños impactos en toda la luna”.

Para determinar con mayor precisión los orígenes de la atmósfera lunar, Nie analizó muestras de suelo lunar recogidas por astronautas durante las misiones Apolo de la NASA. Ella y sus colegas de la Universidad de Chicago adquirieron 10 muestras de suelo lunar, cada una de las cuales medía unos 100 miligramos, una cantidad minúscula que, según ella, cabría en una sola gota de lluvia.

Salir de la versión móvil