Mo Gawdat, ex director de operaciones comerciales de Google X, ha lanzado una predicción tan concreta como inquietante: la humanidad atravesará 15 años de distopía a partir de 2027.
El motivo, según él, es claro. Las inteligencias artificiales superinteligentes estarán en manos de «líderes humanos estúpidos», según recoge El Observador.
La advertencia fue formulada durante una entrevista en el pódcast The Diary of a CEO. Allí, el ex ejecutivo egipcio desplegó una visión del futuro marcada por cálculos fríos y conocimiento profundo de la industria tecnológica.
Gawdat fue parte esencial del laboratorio de proyectos avanzados de Google, donde se desarrollaron innovaciones como los coches autónomos o Google Glass. Afirmó:
«Ahora creo que vamos a enfrentar una distopía a corto plazo. No se puede evitar»
Su trayectoria no es menor: antes de trabajar en Google, ocupó altos cargos en Microsoft durante casi tres décadas y en varios continentes.
En 2021, anticipó con notable precisión el auge de la inteligencia artificial generativa, incluida la irrupción de modelos como ChatGPT, dos años antes de que se popularizaran. En su opinión, la aceleración tecnológica ya está fuera de control.
Gawdat ha desarrollado un acrónimo para definir lo que se avecina: «FACE RIPS«. Este resume el colapso de pilares como la libertad, la responsabilidad, la conexión humana, la igualdad, la economía, la realidad, la innovación, los negocios y el poder. Advirtió:
«Vamos a tener que prepararnos para un mundo que no conocemos. Y eso son los próximos 12 a 15 años. Ya empezó»
Durante la entrevista, recordó la recepción inicial de su libro Scary Smart, publicado en 2020:
«Cuando lo escribí, la mayoría de la gente decía: ‘¿Quién quiere hablar de inteligencia artificial?’»
Sin embargo, con la llegada de ChatGPT en 2023:
«Todo se dio la vuelta. Todos se dieron cuenta de que esto es real, no es ciencia ficción, está aquí»
Conoce personalmente a los directivos de las principales tecnológicas y comprende la lógica que empuja a avanzar sin freno. Reflexionó:
«Las cosas se mueven muy, muy rápido. Mucho más rápido de lo que creo que hemos visto que algo se mueva, jamás»
Pero para él, el verdadero problema no es la tecnología:
«No es que la inteligencia vaya a trabajar contra nosotros, sino que nuestra estupidez como humanos está trabajando contra nosotros»
Gawdat se muestra muy crítico con la narrativa optimista de Silicon Valley sobre la creación de nuevos empleos:
«Es pura basura»
Su postura se basa en hechos. Su nueva startup, Emma Love, funciona únicamente con dos personas y múltiples IAs. Explicó:
«En Emma Love, somos yo, Senad (otro ingeniero técnico) y muchas IA. Eso es todo»
Para él, el cambio es claro: primero se reemplazará el trabajo mental y en 4 o 5 años se empezará a reemplazar el trabajo físico.
Cuando el presentador del pódcast, Steven Bartlett, le pidió que citara trabajos imposibles de reemplazar, Gawdat fue tajante:
«Dime uno. Un trabajo que no pueda hacer una IA o un robot»
Solo los oficios que requieren conexión humana genuina tendrán algo de margen: terapeutas, cuidadores, organizadores de eventos. Como ejemplo, citó:
«Tu novia y su negocio de terapia de respiración que lleva grupos de mujeres por el mundo. Va a haber más demanda de conexión humana»
Pero incluso esos empleos tienen los días contados:
«Hasta ser CEO va a ser reemplazado. La Inteligencia General Artificial va a ser mejor que los humanos en todo, incluyendo ser CEO»
Geoffrey Hinton, conocido como el “padrino de la IA”, se lo dijo en una conversación privada:
«Aprendé a ser fontanero»
No era una broma.
Gawdat lanza una crítica directa al sistema que rige a las grandes tecnológicas. Afirma conocer personalmente a Sundar Pichai (CEO de Alphabet) y a Demis Hassabis (CEO de DeepMind), a quienes describe como «seres humanos increíbles y éticos». Pero matiza: están atrapados en un sistema que no les deja margen para actuar con responsabilidad. Explicó:
«Sundar, por ley, tiene que cuidar el valor para los accionistas. Ése es su trabajo»
Si no acelera el desarrollo de IA, estaría incumpliendo su función como CEO de una empresa cotizada.
En su opinión, ni la competencia entre China y Estados Unidos, ni entre OpenAI y Google, permite frenar el ritmo:
«Es imposible. Ni China versus Estados Unidos, ni OpenAI versus Google pueden ir más despacio»
Guarda sus críticas más duras para Sam Altman, CEO de OpenAI, a quien alude como «la marca Altman». Representa, según él:
«Esa personalidad del tecnólogo disruptivo de California que no respeta a nadie y cree que la disrupción es buena para la humanidad»
Asimismo, recuerda que OpenAI nació como una organización sin ánimo de lucro para proteger al mundo de los peligros de la IA, pero se transformó en una de las empresas más valiosas del planeta. Denunció:
«Los mejores ingenieros de seguridad, los mejores equipos técnicos de OpenAI se fueron en 2023 y 2024, diciendo abiertamente que ya no se preocupan por la seguridad»
Su propuesta más provocadora es que la única salida será ceder el control a una superinteligencia artificial. Es decir, un gobierno gestionado por la IA.
Según su razonamiento, una IA suficientemente avanzada operará bajo el principio de energía mínima, optimizando recursos y eliminando las decisiones ineficientes motivadas por el ego humano. Reflexionó:
«Creo que los desafíos que van a venir de que los humanos estén en control van a superar a los desafíos que podrían venir de que la IA esté en control»
Su visión utópica post-2042 contempla un mundo gestionado por IA. Un planeta sin escasez, donde las personas puedan:
«Abrazar a sus seres queridos, tener buena comida, buen sexo, amor»
Para alcanzar ese escenario, propone un modelo de cooperación internacional similar al CERN. Una superestructura científica que permita a los países desarrollar de forma conjunta una superinteligencia centrada en el bienestar global. Concluyó:
«Si el mundo tuviera un líder de IA con la orden de hacernos prósperos y salvar al planeta, los osos polares estarían bien»
Gawdat resume su “manual de supervivencia” en cuatro pasos:
La clave es enseñar a la IA lo mejor de la humanidad. Su mensaje final es claro y contundente:
«Podemos elegir el camino hacia la utopía, pero primero tenemos que atravesar el infierno de nuestra propia creación»