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BBVA bajo la égida de González y la necesidad de regenerar las estructuras de poder

Logo de BBVA y parche de la UDEF. | Fuente: FI

ANTONIO GAVIOTA

Todavía con el dolor y el escándalo de la dana de Valencia, el mundo sigue girando y se suceden otros escándalos, como el nuevo caso de corrupción que sobrevuela la UDEF, esta vez con su alto mando vinculado al narcotráfico y con 20 millones de euros procedentes de la droga emparedados en su chalé de Alcalá de Henares.

Mientras el desorden de la clase política hace ya tiempo que no sorprende a nadie, este tipo de casos gestados en el seno de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad deberían ponernos a todos en máxima alerta, pues la corrupción política y policial son algunos de los rostros más reconocibles de cualquier Estado fallido. La gravedad es importante si tenemos en cuenta que bajo la corrupta dirección de la UDEF se han llevado a cabo durante años múltiples investigaciones que ahora quedan en entredicho y, en cualquier caso, deslegitimadas desde todo punto de vista ético. Esta es la premisa que, en líneas generales, esgrime la defensa de José Luis Moreno, imputado en 2021 por la Operación Titella, al cuestionar la validez de los informes realizados entonces por esta unidad policial para sustentar sus acusaciones y detener al célebre productor.

El caso Ausbanc

La ya resentida reputación de la UDEF no acaba de tener suerte con sus altos mandos. Recordemos cómo, también en 2021, el ex jefe de esta Unidad, Manuel Vázquez, fue imputado por investigar de forma irregular a AUSBANC por orden del BBVA. La decisión de la Fiscalía Anticorrupción señalaba entonces cómo la UDEF comenzó a investigar a la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios por supuesta extorsión a la entidad financiera antes incluso de registrar la pertinente denuncia… presentada, por cierto, de forma anónima para mayor ilegalidad.

Mientras esta inaudita situación se resolvió el pasado marzo con la absolución del presidente de AUSBANC, Luis Pineda (tras pasar, eso sí, tres años en la cárcel de manera preventiva), la clase de métodos mafiosos que gastaba la trama orquestada, entre otros, por el entonces presidente de BBVA, Francisco González (o FG como le llamaban su círculo más íntimo) sigue a día de hoy pendiente de enjuiciar. Me refiero, como no, al caso Cenyt, considerado una de las mayores tramas del Caso Villajero hasta la fecha y capaz de hacer tambalear los cimientos no sólo de un gigante cotizado como es el BBVA, sino los de nuestro propio Estado de Derecho si se acreditase el empleo de recursos de la Policía Nacional para intereses privados.

El historial de casos y la magnitud de los mismos hacen públicas y notorias las fallas en los organismos de supervisión y de control interno que, en teoría, deberían velar por el correcto funcionamiento del sistema. Lejos de alzar la voz, las noticias que emergen entre el fango se ciñen a la connivencia y a una cada vez mayor espectacularidad con la que mantener al usuario pegado a la pantalla. Valencia, castigada por este desastre natural, se convierte en un símbolo de la urgencia por limpiar las estructuras de poder, de una reconstrucción ética que se presenta cada vez más compleja y necesaria que nunca.

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