Hoy: 2 de diciembre de 2024
RAFAEL FRAGUAS
Las amistades peligrosas son especialmente peligrosas en la Política. Y ello porque casi siempre acaban mal. A su término, el desenlace consiste en la destrucción política del que un día fuera considerado amigo. Son las leyes implacables del poder. Los efectos políticos de la Dana que ha arrasado buena parte de Valencia nos muestran un caso claro de peligrosa amistad.
A Carlos Mazón, responsable político del alcance mortal de lo sucedido por no avisar a tiempo a la ciudadanía, como inoperante presidente de la Generalitat valenciana, solo se le ha ocurrido nombrar Vicepresidente de su Gobierno regional a un teniente general retirado. Es preciso recordar que ese cargo no procede del voto ciudadano democrático sino del arbitrio de Mazón, empeñado en sobrevivir políticamente como sea. Para curarse en salud, de momento, ha cesado dos de sus conselleras, ha asignado unas primeras dotaciones 75 millones de euros para la reconstrucción de infraestructuras hídricas a colaboradores civiles suyos vinculados a las corruptas tramas Gürtel y Taula, así como ha suprimido el tope salarial que pesaba sobre los emolumentos de los componentes del Gobierno regional. Todo ello apunta maneras sobre lo que Mazón, mimetizándose con la corrupta subcultura política del PP, se propondría acometer, al parecer, con la reconstrucción de la Valencia devastada por su propia irresponsabilidad: confundir la palabra reconstrucción con la palabra negocio.
Entonces, surge de su magín la idea de blanquear y blindar su propia imagen. Se le ocurre -se le impone o se le sugiere-, recurrir a un ex militar, que lleva consigo la imagen de una institución vertebral del Estado español, las Fuerzas Armadas, que, a diferencia de otras instituciones, como la desnortada Judicatura, ha sabido cohonestar valores tradicionales y valores democráticos, constitucionales, en un equilibrio armonioso, que las ha dotado de un prestigio social evidente, que aflora en todos los estudios de opinión.
El nombramiento de Mazón del exteniente general Gan Pampols presenta un grave peligro para las Fuerzas Armadas, puesto que, pese a que el nuevo vicepresidente, nacido en Figueras en 1958, está retirado, él sí encarna la idea de eficiencia, disciplina y vocación de servicio público que la ciudadanía atribuye a las Fuerzas Armadas de las que procede. Lo quiera o no, el nuevo Vicepresidente habrá de asumir competencias políticas asociadas a su cargo, ya que es un cargo político; por lo cual desconciertan sus primeras declaraciones según las cuales decía no admitir directriz política o parlamentaria de ningún tipo. Cuando Mazón transforme, como resulta previsible, la reconstrucción de Valencia en un negocio para sus conocidos -fue Eduardo Zaplana quien le ayudó a dar sus primeros pasos en la política alicantina- el descrédito caerá sobre el Gobierno regional en pleno, incluido su Vicepresidente, el eficiente exmilitar. Y la imagen de las Fuerzas Armadas se verá directa o indirectamente dañada.
El problema no concierne a la persona del Vicepresidente, al decir de sus allegados sobradamente dotado de cualificación para acometer una tarea tan ardua como la de la Reconstrucción y la Planificación asignadas. Empero, hay cientos de ingenieros, planificadores y urbanistas civiles, igualmente españoles, que podrían integrarse en sus cometidos. El problema es la dirección del Partido Popular, cómo no, que promueve y decide el nombramiento político de un ex militar que, por su profesión, no podía hacer política, pero al que ahora trata de transformar en eventual ariete partidista contra el Gobierno del Estado, para que el Gabinete de coalición, a la primera de cambio, por una mera discrepancia técnica, sucumba a la trampa tendida y se enemiste con una institución limpia de polvo y paja como las Fuerzas Armadas. Y lo hace, el PP, a sabiendas de que se pudo cooptar al mismo ex teniente general para presidir una Comisión Técnica Ejecutiva, dotada de plenos poderes para acometer la reconstrucción, pero no asignarle una Vicepresidencia de naturaleza sustancialmente política, se quiera o no tener en cuenta.
Otra línea roja más que el Partido Popular de Núñez Feijoo cruza irresponsablemente. Desconoce premeditadamente -o fomenta, que sería mucho peor- los traumas históricos que nuestro país ha vivido desde mediados del siglo XIX por el gravísimo problema de la autonomía política y la injerencia del ejército respecto de la política nacional -dos dictaduras militares entre 1923-1930 y 1936-1975, lo confirman, amén de un sinfín de asonadas, pronunciamientos y ruidos de sables por doquier.
Afortunadamente, el respeto constitucional ha caracterizado la conducta de las Fuerzas Armadas durante la Transición, salvo los intentos de golpe de Estado de 1981 y 1985; pero, politizar conscientemente, como ha hecho el PP, aunque sea mediante el nombramiento de un ex teniente general retirado, a una institución que ha asumido su neutralidad política de manera ejemplar, es un precedente disruptivo con el cual sus mentores de la derecha irresponsable parecen proponerse pisotear, una vez más, las pautas democráticas más elementales. Ya consiguieron, con el grueso de la Judicatura, hacer lo que ahora se proponen perpetrar con las Fuerzas Armadas. Pero las gentes de a pie, la ciudadanía sana y demócrata, saben que eso no va a ser posible. Porque en las mejores cabezas de la milicia se da por supuesto que saben quiénes son, en verdad, las amistades más peligrosas.