Por la experiencia de los griegos y de la propia sabemos que nada es bueno cuando es demasiado. Al referir el Génesis al relato de la Creación, señala que Dios, el primer día, hizo sonar en las cavidades de la nada el “Hágase la luz”… se llenaron entonces de claridad los ríos y las montañas, los peces , las plantas y los ojos abiertos de los seres humanos. Desde aquel día, no hay mañana sin aurora ni reposo para los que pagamos a Endesa.
Verdaderamente en España somos diferentes. Antes, cuando llovía poco, no sabíamos qué hacer con los pantanos. Ahora, que llueve mucho, no sabemos qué hacer con el agua. Antes, con la electricidad escasa, se cambiaron los trigos por plataformas solares. Ahora, entre tableros y molinos de viento no hay sitio para meter tanta luz descolgada. Menos mal que Francia y Marruecos han tenido consideración de nuestra mendicidad intelectual y algo de orden han brindado a nuestro despropósito.
Como sigamos así no habrá sitio para almacenar tanta cordura desbaratada, surgida en esta geografía nuestra. Lo que de veras me preocupa es que tampoco haya lugar donde pueda guardarse el acumulado descontento del pueblo.
Pedro Villarejo