Los líderes de Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel y Tino Chrupalla, han calificado como un «golpe para la democracia» la reciente decisión de los servicios de Inteligencia alemanes, que han catalogado oficialmente al partido como una «organización extremista».
Ambos dirigentes han restado legitimidad a la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), responsable de la evaluación, alegando que los objetivos atribuidos a la formación son «contrarios al orden democrático». «Al Gobierno federal le quedan solo cuatro días y la agencia de Inteligencia ni siquiera tiene presidente», han criticado en un comunicado.
En el mismo mensaje, han acusado a la BfV de motivaciones ideológicas. «Esta injerencia en los procesos de decisión democráticos se basa en cuestiones puramente políticas», denuncian. Por su parte, el vicepresidente del partido, Stephan Brandner, ha señalado que tienen previsto estudiar el dictamen con atención en los próximos días y no descartan «la posible introducción de acciones legales».
Desde el Gobierno, la ministra del Interior saliente, Nancy Faeser, ha defendido la actuación del organismo. «No ha habido influencia política alguna a la hora de hacer esta declaración», asegura, subrayando la autonomía de la institución y su compromiso con el orden democrático. También ha remarcado que es su responsabilidad «combatir el extremismo y proteger la democracia».
La propia BfV, en un comunicado anterior, advirtió de que uno de los objetivos de AfD sería «excluir a determinados grupos de la población de la participación social en igualdad de condiciones».
Según ese mismo informe, «en concreto, AfD considera, por ejemplo, que los ciudadanos alemanes con antecedentes migratorios procedentes de países de tradición musulmana no son miembros equivalentes del pueblo alemán definido étnicamente por el partido».