Es de esperar y desear, que el último año (2025) del primer cuarto del S. XXI del Tercer Milenio, como ningún otro inicio de “Año Nuevo”, sea génesis de las ingentes y necesarias transformaciones que aseguren la existencia y presencia, la supervivencia pacífica, democrática, justa e igualitaria, en permanente progreso de todos los seres humanos que pueblan “nuestra” tan expoliada Madre Tierra.
En tal sentido, y a riesgo de ser un tanto o mucho iluso: Ya no más guardar silencio y permitir que continúe el histórico y nefasto dominio geopolítico del imperialismo capitalista, globalizador, neoliberal y en muchos casos y momentos: neofascista.
Imperialismo capitalista que para impulsar exponencialmente los intereses político-financieros de sus transnacionales, provoca guerras regionales o invade directamente aquellos países que poseen riquezas naturales como el petróleo, el gas, el litio y demás minerales férreos y preciosos; primordialmente en Estados-Nación en desarrollo, “dependientes”, “periféricos” o “tercermundistas”, sobresalientemente ubicados en Latinoamérica y el Caribe, África y Asia (Irán, Iraq, Israel –VS- Palestina-Gaza, Siria).
Sin importarles, sin preocuparse y mucho menos ocuparse de evitar los graves perjuicios que generan a sus RECURSOS NATURALES y HUMANOS; a sabiendas, de que, por ejemplo, a estas alturas del S. XXI, en el mundo se está acabando el agua fresca para uso humano y doméstico en general, hídrico vital hasta hace no mucho tiempo, considerado BIEN COMÚN; que hoy por hoy, la voracidad de los poquísimos dueños del capital, convierten rápida e imparablemente en MERCANCÍA.
Así, criminalmente con su sofisticada tecnología, industrialización y comercialización mundial, soslayan o les “vale una ching…ampa”, el estar destruyendo los bosques –no se diga, los que habitan o habitaban las etnias originarias- que, al igual que los arroyos, ríos y lagos, fueron por mucho tiempo concebidos como PATRIMONIO DE TODOS.
Asimismo, no conformes con eso y más, SE ESTÁ CONTAMINANDO LA MADRE NATURALEZA, A PACHA MAMA, EN TODA LA REDONDEZ DEL GLOBO TERRÁQUEO.
Ya no más abulia (“importamadrismo”) ante la desfachatez, ante la irresponsabilidad de las MÍNIMAS FAMILIAS dueñas del capital financiero, industrial y comercial, mismas que sin la menor manifestación de comprensión y solidaridad, de empatía con los trabajadores de la ciudad y del campo, insisten y persisten en su patológica avidez de la acumulación de capitales, así sea sumiendo en la miseria, en la pobreza extrema a millones y millones de seres humanos, que únicamente cuentan con su fuerza de trabajo.
Ya basta de esa política económica, neoliberal y globalizadora que con sus leyes del “libre mercado” impuestas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que la sociedad encarna, matando de hambre, de graves enfermedades, pandemias y pestes, a bastantes millones de seres humanos que habitan en África u otros continentes.
Al respecto, sobrada razón le asistió al reconocido historiador inglés Edwar Palmer Thompson, al escribir en una de sus obras: “Si los humanos continúan desarrollando a nivel global las esperanzas y la voluntad de ‘definir sus necesidades y satisfacciones en los términos materiales del mercado, y de lanzar al mercado todos los recursos del planeta’, esta combinación ‘puede amenazar a la especie misma (tanto en el Sur como en el Norte) con una catástrofe ecológica’”. (Cita de Adolfo Gilly, “Historia a Contrapelo Una Constelación”, Ediciones Era, p. 75).
Y paralelamente, frente a ese “alentador” panorama del dominio e imposición de la globalización capitalista, caracterizado por abismales desigualdades en todas sus expresiones, entre los poquísimos poseedores de enormes riquezas y la clase trabajadora; desigualdades entrelazadas con los grandes problemas y carencias de la humanidad.
Resulta imperativo recalcar el ancestral y doloroso asunto de la ALIMENTACIÓN, del HAMBRE como un PROBLEMA MUNDIAL.
Problema que a pesar de que el 24 de septiembre de 1973 en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), el recién confirmado como secretario de Estado de los USA, el tristemente célebre doctor Henry Kissinger, en su discurso se refirió al hambre mundial y al exagerado aumento del precio de los alimentos; y que posteriormente, el 14 de diciembre de 1973, en la misma Conferencia, se hizo hincapié en la adopción de medidas adicionales para aumentar la producción alimenticia, el consumo y el comercio de los países en desarrollo; es momento en que no solamente se extinguió o disminuyó considerablemente el grave problema del HAMBRE, sino que se agudizó ya no solamente en las naciones periféricas o tercermundistas, sino hasta en el propio seno de los países altamente industrializados.
Lo que nos lleva a la siguiente exigencia muy humana: YA NO MÁS MILES DE MILLONES DE CRIATURITAS, de ANCIANOS (hombres y mujeres) de todas las etnias que habitan principalmente África, América y Asia, que por sus condiciones de pobreza “normal” o extrema, de soportar la injusta desigualdad, sufren el flagelo de la HAMBRUNA, provocando, que sobre todo las criaturitas –aun las que están en gestación, en el vientre de la madre-, sufran: crecimiento y desarrollo físico y mental anormal; desnutrición, anemia, raquitismo, tuberculosis…
Todo ello, porque desde esas Conferencias (ONU) de los años 1973, 1974 y siguientes, el grave problema de la alimentación, se centró esencialmente en lo político, dejando de lado la solución teórico-científica y técnica.
Por lo que, para remediar la falta de alimentos y abatir la HAMBRUNA, no pierde vigencia la siguiente exigencia:
“El hambre y la erosión de las tierras del planeta no podrán ser corregidas sin cambiar las estructuras tradicionales del sistema de poder contemporáneo. Por ello, es indispensable que la oferta y la demanda de la alimentación, a escala del comercio mundial, no estén regulados por las compañías transnacionales ni por sus intermediarios técnicos en las bolsas internacionales de materias primas”.
Absurdo tratar de solucionar el hambre de miles de millones de seres humanos (ya sobrepasamos los 8 mil millones) cultivando y vendiendo maíz transgénico o comida chatarra, COCACOLA y…
Urgen gobernantes y “representantes populares” auténticos, que no mientas, que no roben, ni traicionen al pueblo.
E independientemente, de filias y fobias político-partidistas, para solución de lo planteado y para detener la escalada de guerras regionales o la amenaza de la guerra nuclear: “Por el bien de todos, primero los pobres”.
Por su interés, reproducimos este artículo de Isaías Orozco Gómez, publicado en el Diario de Chihuahua.