Buscaba la forma de que alguien lo tuviese en cuenta. Estaba en todos sitios aunque la verdad es que no gozaba en ninguno. Si surgía alguna novedad en Veraluz a Manolito le preguntaban los detalles, la hora de las procesiones o si estaban abiertas las farmacias.
En el pueblo era considerado por todos pero Manolito no se sentía lo suficientemente amado. Igual que se destaca una lámpara o un reflejo, así sentía Manolito el aprecio de los demás. Cuando nació antes de tiempo, la partera reveló con dolor a la familia que el niño traería complicaciones en su desarrollo.
En las mañanas de verano Manolito paseaba por los maizales de alrededor buscando en los amarillos una claridad para su angustia. Regresaba a la hora del almuerzo y en su casa siempre le preguntaban lo mismo: ¿Qué has hecho?, ¿adónde has ido?, ¿con quién te has encontrado?…
Manolito sabía más de lo que expresaba. Prefería en su poquedad que lo siguieran considerando pequeño para enterarse de lo que hablaban todos los demás sin que fuese valorado su conocimiento. Así Manolito se fue haciendo mayor dejando en todos la noticia falsa de que era sólo un niño.
Pedro Villarejo