La actriz Elisa Mouliaá ha expresado su malestar tras conocer una reciente decisión de la Fiscalía. Sus palabras han generado debate y han reavivado una pregunta incómoda: ¿se trata igual a todas las víctimas? Con una frase directa, Mouliaá ha resumido su indignación y ha puesto el foco en la coherencia del sistema judicial.
“Por un beso sí, por tres agresiones no”. Con este mensaje, Mouliaá ha señalado lo que considera un doble rasero. No cuestiona la gravedad de ningún caso. Reclama igualdad de criterios y respuestas firmes ante todas las agresiones. Para ella, la justicia debe actuar con la misma determinación, sin excepciones ni silencios.
La actriz ha comparado decisiones recientes que sí avanzaron con rapidez con otras que, según denuncia, no han recibido el mismo impulso. En su crítica aparece de forma implícita el caso de Luis Rubiales, que activó una respuesta inmediata. Mouliaá subraya que la diferencia de trato envía un mensaje desalentador a quienes dudan si denunciar.
Su postura no busca confrontar. Busca abrir un debate necesario. Mouliaá insiste en que todas las agresiones importan y que la respuesta institucional debe ser proporcional, clara y constante. Cuando eso no ocurre, dice, se resiente la confianza en la justicia.
La reacción de Elisa Mouliaá ha encontrado respaldo en numerosas personas que ven en sus palabras un reflejo del cansancio social ante lo que perciben como respuestas desiguales de las instituciones. En redes sociales, su mensaje ha sido compartido y comentado ampliamente, generando un debate que va más allá de un caso concreto.
Muchas mujeres han señalado que el miedo a no ser creídas sigue siendo una de las principales barreras a la hora de denunciar. Cuando una figura pública expresa esa frustración, pone palabras a una experiencia colectiva que a menudo permanece invisible. En este sentido, el testimonio de Mouliaá actúa como un altavoz para quienes no tienen la misma visibilidad.
La polémica también reabre el debate sobre el papel de la Fiscalía en la persecución de los delitos sexuales y sobre los criterios que se aplican para impulsar o archivar investigaciones. La exigencia de transparencia y sensibilidad se repite en un contexto social que reclama avances reales, no solo discursos.
Más allá de las consecuencias legales de cada caso, el mensaje de la actriz apunta a algo más profundo: la necesidad de que la justicia sea percibida como justa. Porque cuando las decisiones parecen arbitrarias, se resiente la confianza pública.