II Congreso de Derecho Penitenciario del País Vasco

20 de diciembre de 2025
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Prisión I Freepik

“El cambio de nombres de espacios públicos y conceptos políticos es una estrategia utilizada por actores políticos para desviar la atención de problemas reales. Esta táctica no resuelve problemas, pero funciona bien para mantener a los actores políticos en el centro del debate mediático.”

Y eso es lo que han hecho nuestros políticos vascos a los que se les ha encargado la gestión de las prisiones en Euskadi. Cambiar los nombres de las cosas para seguir igual que siempre.

            Así, al ente vasco que gestiona el trabajo en prisión se le llama “AUKERAK”, Agencia Vasca de Reinserción Social. Nada en su nombre dice nada sobre el trabajo. Al contrario que en el Estado que se llama OATPFE: Organismo Autónomo Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo. De esa manera no se sabe muy bien para lo que sirve, Aukerak, me refiero. El otro está claro.

            Los dos para robar a manos llenas, para explotar a los trabajadores y llenarse los bolsillos con las mordidas de los empresarios que tienen los talleres dentro de las cárceles.

            En otro orden de cosas a los carceleros, a los que abren y cierran las puertas, ya sea con la llave o con el botón, ahora se les llama Ayudantes de Ejecución Penal de la Administración Penitenciaria, pero se les sigue llamando de Don o Doña, porque sino te abren un parte y te joden los permisos y las progresiones de grado.

            A eso tenemos que añadir que se ha creado una bolsa de trabajo para personas, que sin ninguna preparación están realizando las labores propias de los carceleros de antes, que al menos habían aprobado una oposición.

            Si le echamos un vistazo a las “Bases para la implantación del modelo penitenciario en Euskadi” podemos ver que los módulos de siempre, dónde viven los presos y donde viven separados ya no solo de la sociedad sino también de otros presos, se llaman ahora “Módulos residenciales”.

            Las celdas, los “chabolos”, se llaman ahora “habitaciones” y así podemos seguir dando nuevos nombres a los que todos conocemos. Pero los políticos que vinieron los pasados días 11 y 12 de diciembre a Donostia, al Salón de actos del Ilustre Colegio de la Abogacía de Gipuzkoa a contarnos los próximos cambios que va a haber en las prisiones vascas tan solo hicieron las promesas que hacen todos los políticos.

            D. Pablo Martínez Larburu, director de los Servicios Penitenciarios del Gobierno Vasco nos vino a contar las labores ocultas que desempeñan los juristas de instituciones penitenciarias. Lo único que saqué en claro es que el jurista es el responsable de la legalidad en lo que atañe a la trayectoria de un preso. Es el que se mea en su derecho a la presunción de inocencia cuando le deniega un permiso o una progresión de grado por tener causas pendientes, es el que no hace nada cuando la Junta deniega permisos por faltar mucho para las ¾ partes o porque es muy pronto o porque no ha realizado el interno un curso que casualmente no se imparte en su mierda de cárcel.

            También nos dejó claro que el principio celular que el art. 19 de la LOGP establece, en el País Vasco se lo van a pasar por el escroto, nombre técnico del forro de los cojones, al decir sin pestañear que la cárcel de Zubieta, la nueva cárcel de San Sebastián, puede alojar a 500 presos en 234 celdas. Más o menos como sucede en Martutene que tiene 115 celdas y aloja a 300 presos. Incluso hay celdas de a 4. Siempre para que los etarras puedan disfrutar de su intimidad

            Después vino el Director de la Cárcel de Martutene, D. Alfredo Gómez López, (a este lo incluyo en los denominados políticos porque es elegido a dedo) para contarnos las estrategias que llevan a cabo en su cárcel para que la aplicación del Régimen Disciplinario sea acorde con el tratamiento y no interrumpa ese “tratamiento”. En ese momento me entró la primera nausea.

            El catálogo de faltas y sanciones se remonta al Reglamento Penitenciario de 1981. Y las sanciones que se utilizan de manera exclusiva son dos: para las faltas graves la privación de paseos y actos recreativos y para las muy graves aislamiento en celda. ¿Para qué van a sancionar con privación de permisos hasta dos meses si desde que dan un parte ya tienes los permisos congelados y la progresión de grado denegada? ¿Para qué van a sancionar con la limitación de las comunicaciones orales al mínimo de tiempo reglamentario durante un mes si esa limitación ya se cumple durante toda la condena?

            Cuando el Sr. Director de la cárcel de Martutene dijo que se compensaban las sanciones con los premios que se otorgan trimestralmente ya que las menciones que antes se daban por buen comportamiento o actos “heroicos” ya se han dejado de conceder, es cuando vomité y me tuve que salir de la sala.

            Los premios que se conceden son unos puntos que se canjean por vises, menciones con carácter cancelatorio o por una pequeña ayuda económica, según las cárceles. Se conceden trimestralmente, les llegan a los internos tarde y mal, y para la concesión de las recompensas se tardan varios meses. Si quieres que te rebajen de seis meses el tiempo de cancelación de una falta muy grave, es posible que te comas esos seis meses esperando, pero es que llevas esos seis meses y otros tres o cuatro de instrucción del expediente, y no se te ocurra recurrir que la cosa se puede alargar años, como en el caso del País Vasco, donde el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria tarda un año en contestar un recurso de un permiso.

            La verdad es que llevo asistiendo a estos congresos y cursos de verano durante dos años y siempre me digo que voy a saltar y a decir lo que pienso, y no lo hago. No obstante, creo que ya está bien. No recuerdo quién lo dijo durante la presentación, pero aludieron a que estábamos, en el Congreso, representados todos los operadores del sistema penitenciario. Jueces, abogados, funcionarios, políticos y el tercer sector, ese que de verdad se involucra en mejorar la vida de los presos.

            Pero falta lo más importante. Falta la voz de los presos. Faltan ponentes que digan la verdad sobre las cárceles, faltan voces discrepantes sobre lo que es la realidad en la prisión. No solo vale traer a hablar a personas que por muchos años que lleven trabajando en la prisión, no han estado al otro lado de las rejas, no han dormido una sola noche en una celda, no han tenido que lidiar con la falta de información, con la dejadez y con la ineptitud de la mayoría de los funcionarios de prisiones.

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