No es que coincida con que “cualquiera tiempo pasado fue mejor”, sino con las consecuencias de uno y otro tiempo. Valorando el estilo y concordia con que se llevó a cabo la Transición española, modelo de tantos países por su pacífico desarrollo cuestiono, sin embargo, el tema de las Autonomías y la Ley Orgánica del Régimen Electoral.
A pesar de no haber alcanzado los niveles de bienestar europeos, demasiado bien estamos después de pagar a los “servidores” de 17 reinos de taifas, cada cual con consejeros, asesores y privilegios determinados al azar. Más dos Ciudades Autónomas. Todo se multiplica sin apenas ventajas y demasiados inconvenientes, entre los que destacan tan exagerados impuestos para pagarles a la multitud de los que viven a nuestra costa; y, por si fuera poco, el tira y afloja de los gobiernos autónomos según su color político o la necesidad que tenga el Gobierno Central de recabar sus votos a cambio de sobornos.
Ya conocemos todos que, la desgraciada Ley Electoral, termina regalando el Gobierno a quienes nos malquieren y, lejos de representarnos, pretenden quitarnos lo poco que nos dejan.
Pedro Villarejo