Las comidas navideñas son un festín para los sentidos, pero también pueden convertirse en un maratón calórico que deja una sensación de pesadez durante horas. Entre el pavo, los purés, los postres y los brindis, es fácil comer más de lo necesario. La buena noticia es que no hace falta renunciar a los platos favoritos, sino aprender a disfrutarlos con calma y conciencia. Los especialistas en nutrición coinciden en que los pequeños cambios en la forma de servir y comer pueden marcar una gran diferencia.
Según recoge el Diario de Yucatán, comemos de más en Navidad por varias razones. Una de las principales es la velocidad al comer. El estómago tarda varios minutos en avisar al cerebro que ya está lleno. Si se come demasiado rápido, es fácil excederse antes de que llegue esa señal. A esto se suma que muchos alimentos navideños contienen altas cantidades de grasa, azúcar y sal, lo que los vuelve más irresistibles y facilita el exceso sin darse cuenta.
Un primer consejo es escanear la mesa antes de servirse. Tomarse unos segundos para identificar las opciones permite elegir lo que más apetece y servirse porciones pequeñas. Prestar atención al sabor, la textura y el aroma ayuda a comer más despacio. Incluso dejar el tenedor entre bocado y bocado reduce el ritmo de forma natural.
Otro truco es seguir la regla del “medio plato”. La mitad debe llenarse con verduras, ensaladas o frutas. El espacio restante se reserva para pequeñas porciones de los platos preferidos. Como referencia, una cucharada equivale a una ración razonable de guarniciones y el tamaño de una bola de helado sirve para medir purés o cacerolas.
También funciona usar platos y vasos más pequeños. Existe un efecto psicológico, tendemos a comer más cuando el plato está lleno, sea del tamaño que sea. Utilizar recipientes más pequeños ayuda a controlar las porciones sin sensación de restricción.
Asimismo, los cambios sencillos pueden tener un gran impacto. Optar por verduras o frutas con dip de yogur, elegir alitas al horno o a la parrilla en lugar de fritas, y sustituir el alcohol por agua mineral con un toque de jugo. Si se va a consumir alcohol, es preferible limitarlo al momento de la comida (una bebida al día en mujeres y dos en hombres). El alcohol aumenta el apetito, facilita los excesos y perjudica el sueño.
Otro consejo es centrarse en lo especial y no en lo cotidiano. No siempre vale la pena llenarse con platos que se pueden comer cualquier día. Es mejor disfrutar aquellos que solo se preparan durante estas fechas. A veces, media porción de tarta basta para satisfacer el antojo. Compartir el postre también ayuda a disfrutar sin excesos.
En resumen, no es necesario evitar reuniones, renunciar al postre ni comer de forma mínima. Basta con comer más despacio, elegir con intención y servirse porciones pequeñas. Así es posible disfrutar plenamente de las comidas navideñas sin la incómoda sensación de pesadez.