Me alegraría mucho más que más jueces y fiscales pasaran una temporada entre rejas. La verdad es que políticos han pasado unos cuantos, algunos por cárceles que ellos mismos inauguraron, jueces, que yo sepa van tres, que hayan ingresado en prisión, Estevil, bien condenado por corrupto, y que no estoy seguro si entró, Presencia, por meterse contra la cúpula corrupta del CGPJ y Salvador Alba, por enfrentarse a la feminazi número uno. Estos dos últimos si han entrado porque he coincidido con ellos en Estremera.
Es bueno que los que hacen las leyes y los que las aplican pasen por el “trullo”. Se legisla mejor. Se legisla pensando en el preso, no en los votos.
En Francia la mayor y mejor reforma penitenciaria y penal se llevó a cabo después de la II Guerra Mundial, cuando los políticos que legislaban acababan de salir de las cárceles de su propio país, donde habían estado por orden de los alemanes y custodiados por sus propios compatriotas.
Por eso en Francia el tiempo máximo de prisión es de 20 años, salvo algún caso especial, porque los que hicieron el código penal sabían que el tiempo en la cárcel no pasa igual que el tiempo en libertad. Porque habían probado la medicina y sabían que era muy amarga. También obligaron a los jueces, cuando estaban en la Escuela Jurídica a pasar 15 días en la cárcel, para que prueben la medicina que después van a recetar.
En España, casi pasa lo mismo. La primera ley orgánica que salió del parlamento fue precisamente la Ley Orgánica General Penitenciaria, la 1/1979. Pero como siempre, se hizo de cara a la galería y para que los amiguetes, y todos aquellos a los que se les debe algún favor y hay que devolvérselo en estos trances penitenciarios tuvieran una puerta trasera para eludir cumplir la condena como el resto de los mortales.
Así se legisló que se puede conceder el tercer grado penitenciario desde el primer momento, sea cual sea la condena impuesta. Y si eso falla o la fiscalía de turno se pone tonta, pues para eso está el Art. 100.2 del Reglamento Penitenciario, el cual puede hacer que disfrutes de manera efectiva del tercer grado estando todavía en segundo, que es lo que se está haciendo ahora con los etarras en el País Vasco cuando la fiscalía de la Audiencia Nacional recurre los terceros grados que concede Lakua.
Se crearon los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria, pero no se presupuestó ni un céntimo para ellos. Ni personal, ni medios, ni ganas. Y mucho menos una norma que estableciera el procedimiento “penitenciario”. Y así seguimos 46 años después.
En España dejamos que una “vendebragas” modifique el Código Penal y así nos va. Cuando no es una “vendebragas” es un maltratador del Opus Dei. El caso es que vamos siempre con cincuenta o cien años de retraso en el tema penitenciario. Siempre copiando a los demás, pero siempre copiando lo malo. Nunca lo bueno.
Recuerdo las palabras que Jesús Zarate escribió tan acertadamente en su Premio Editorial Planeta de 1972, La cárcel:
“—Yo no desperdicio mi tiempo— anuncia Mister Alba — Tengo bastante vergüenza para dedicarme a leer el Código Penal.
—Yo sí lo he leído— afirma David— De cabo a rabo. Es un documento curioso. Se ocupa de todo menos de la justicia. Buscar justicia en el Código Penal es como buscar humanidad en una lista telefónica.
—La falla de la justicia consiste en que el Código Penal es una estadística de crímenes adulterada por la honradez de los hombres que no los han cometido. Es como si las vírgenes escribieran tratados de dignidad para aleccionar a las que no lo son.
Los códigos penales deberían escribirlos los presos.”
Por eso digo que me alegro de que los políticos entren en prisión. Así nos encontramos con mejoras de todo tipo.
Cuando los “catalinos” estuvieron en Estremera por orden de la Audiencia Nacional, el muy gilipollas, Joaquim Forn, se quejaba de que los vehículos en los que se trasladaba a los presos eran muy deficientes, carecían de las mínimas medidas de seguridad, eran viejos, algunos no habían pasado la ITV, etc. Hay que recordar que cuando ordenaron su ingreso en prisión, este fulano era el Conseller de interior de la Generalitat, es decir quien estaba al cargo del traslado de los presos en Cataluña. El que no gastaba ni un céntimo en modernizar los vehículos en los que se trasladaban a los presos.
A partir de sus protestas y denuncias, se cambiaron los vehículos, se pusieron cinturones de seguridad para los presos en los vehículos, se pusieron asientos en el mismo sentido de la marcha, etc.
Estos días, con el ingreso de Cerdán, Ábalos y Koldo, oigo en las noticias que la mayor preocupación, aparte de lo que han desayunado y en qué módulo los van a poner, algo que debería ser lógico, ya que están preventivos y la ley establece que los preventivos estén separados de los condenados, sería en el módulo de preventivos, pero claro, eso es la ley, que está hecha de cara a la galería. A ellos los pondrán en el módulo de respeto, para que no los importunen mucho los presos malotes, los presos de verdad, la mayor preocupación, como digo, es cuando pueden visitarlos sus familiares.
Pues muy fácil. Cuando estén en el módulo cursarán una instancia autorizando a que los visiten sus familiares y allegados. Se aprobará cuando al funcionario de turno le salga de los cojones, que en este caso será rápidamente. Entonces, el día que tenga asignado ese módulo para comunicar, podrán venir a verle durante cuarenta minutos a locutorios, lo que en la jerga penitenciaria conocemos como “cristales” y podrán comunicar en la sala de vis familiar cuando toque, y en el vis íntimo cuando corresponda, esto es uno de cada al mes. Como todos los presos.
Esas preocupaciones, esas denuncias, esas noticias son las que ayudan a mejorar la calidad de vida de los presos. El resto es predicar en el desierto.
Por eso me ratifico, es bueno que los políticos pasen por prisión. Sería bueno que más jueces entraran en prisión y no solo de visita. Pero lo que sería bueno del todo, lo que sería definitivo es que entrara algún fiscal. Aunque eso pasa a ser una distopía.