Con la preocupación de los altos alquileres, a Veraluz también han acudido algunos estudiantes, muchos recién casados buscando un refugio sostenible en la precariedad de todos los comienzos. Nunca es bueno que se llenen los paseos de gente abarrotada, sin complejos, defensora siempre de sus derechos y harapienta en sus modales y palabras.
También es doloroso para la paz convivencial que los pueblos llamados vacíos se llenen atraídos por la convocatorio de sueldos apetecibles y alquileres insignificantes. Séneca, al que tanto celebro por su templada sabiduría, le dio el mejor consejo a su alumno Lucilio: “Huye de la multitud”. Al discípulo le fue bien por haberle hecho caso.
Sólo en los pueblos donde la gente se saluda por las calles, van a misa de doce los domingos, con zapatos de charol los niños, se toman luego una cañita con “tapa de la casa” y se miran a los ojos aprovechando la última luz de la tarde… sólo en ellos se ve crecer la primavera desde los árboles raquíticos donde el azul destaca… echo de menos la seguridad de las gentes de Veraluz cuando viajo: ellos saben si voy o si vengo, no por curiosidad, sino por el cariño con que me preguntan.