Un estudio reciente del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada ha mostrado cómo la violencia de género afecta la memoria verbal de las mujeres supervivientes. La investigación, realizada en colaboración internacional, utilizó resonancia magnética funcional mientras las participantes realizaban tareas de reconocimiento de palabras. Los resultados evidencian que las mujeres que han sufrido violencia presentan dificultades desde las primeras fases de aprendizaje.
En concreto, las supervivientes reconocen menos palabras durante los primeros intentos y tienen un rendimiento más bajo en pruebas de recuerdo libre. Estas dificultades se traducen en problemas cotidianos: aprender información nueva, recordar listas o seguir instrucciones puede resultar más fatigoso que para mujeres sin historia de violencia. Además, el estudio señala que la gravedad de la violencia influye directamente en estas secuelas: a mayor violencia física, peor es el desempeño en las fases iniciales de aprendizaje.
Participaron 80 mujeres, 40 supervivientes y 40 sin antecedentes de violencia. Los hallazgos ayudan a explicar por qué tareas simples, que la mayoría realiza sin esfuerzo, requieren un mayor esfuerzo mental para quienes han vivido violencia de género. Los investigadores destacan la importancia de evaluar estas secuelas para ofrecer estrategias de rehabilitación que alivien la carga cognitiva de las víctimas.
Más allá de las pruebas de memoria, el estudio identificó diferencias en el patrón cerebral de las supervivientes. Durante la tarea de reconocimiento de palabras, se observó una mayor desactivación en áreas como el mPFC/vmPFC, el cíngulo anterior y el caudado, regiones asociadas con la red por defecto del cerebro. Esto indica que el cerebro de estas mujeres necesita trabajar más para alcanzar un rendimiento similar al del grupo de control.
Estas evidencias aportan una explicación neurobiológica a dificultades que antes solo se percibían de manera anecdótica. Estudios previos ya sugerían problemas de atención y memoria tras la violencia, pero pocos habían mostrado cómo se produce este impacto en tiempo real. El hallazgo es crucial: visibiliza un efecto profundo y duradero de la violencia de género, que no se limita a lo emocional, sino que se refleja en el funcionamiento cerebral diario.
Los investigadores subrayan la necesidad de realizar evaluaciones neuropsicológicas en supervivientes para identificar estas secuelas y desarrollar tratamientos de rehabilitación específicos. Reconocer el impacto cognitivo de la violencia es un paso esencial para apoyar a quienes han sufrido estos traumas y para ofrecerles herramientas que faciliten su vida cotidiana.