Durante una audiencia especial en el Vaticano, el Papa León XIV se reunió con figuras internacionales del cine como Cate Blanchett, Viggo Mortensen, Spike Lee y Monica Bellucci, así como cineastas de todo el mundo, incluidos Albert Serra, Marco Bellocchio, Emir Kusturica y George Miller. El pontífice aprovechó el encuentro para advertir sobre “la preocupante erosión” de las salas de cine y para subrayar la necesidad de proteger su “valor social” en la vida de las comunidades.
El Papa definió el cine como “un arte popular en el sentido más noble, que nace para todos y habla a todos”. Según León XIV, cuando se enciende la luz de la pantalla, también se despierta “la mirada del alma”, por su capacidad de combinar entretenimiento y reflexión profunda. En su visión, cines y teatros son “corazones palpitantes” que contribuyen al tejido cultural de las ciudades y barrios, y su desaparición pone en riesgo no solo la experiencia cinematográfica, sino la propia vida comunitaria. Por ello instó a gobiernos, instituciones culturales y ciudadanos a no resignarse y a trabajar para fortalecer estos espacios, recordando que “si una ciudad está viva, también lo está gracias a sus espacios culturales”.
León XIV también se centró en la función ética y estética del cine contemporáneo. Subrayó que el séptimo arte tiene la responsabilidad de ser “testigo de esperanza, de belleza, de verdad”, y de narrar historias que reflejen la complejidad de la vida humana sin recurrir a la explotación del sufrimiento. “El gran cine no explota el dolor: lo acompaña e indaga”, afirmó, invitando a los creadores a abordar temas difíciles como la violencia, la pobreza, el exilio o la soledad desde la dignidad humana y la autenticidad de la imagen.
El Papa criticó la tendencia a seguir únicamente “la lógica del algoritmo”, que privilegia fórmulas repetitivas y entretenimiento vacío, y alentó a los cineastas a recuperar la lentitud, el silencio y la diferencia cuando sean necesarios. “La belleza no es solo evasión, sino invocación”, recalcó, destacando el papel del cine como herramienta capaz de unir reflexión, emoción y ética.
El encuentro con actores y cineastas de renombre, según el Dicasterio para la Cultura, buscó también explorar cómo la creatividad cinematográfica puede colaborar con la Iglesia en la promoción de valores humanos universales, haciendo del cine un espacio donde la comunidad y la espiritualidad se encuentren. León XIV dejó claro que el cine no es un lujo superficial, sino un arte vital que educa, conecta y transforma.