Rodrigo Paz Pereira cumple sus primeros días como presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. En el acto de asunción celebrado el sábado pasado, prometió “capitalismo para todos”, una lluvia de inversiones extranjeras y la “reinserción de Bolivia en el mundo”. En su discurso, evocó los años de exilio de su familia en Argentina, Chile y Ecuador, cuando huían de la dictadura de Hugo Banzer Suárez. Recordó también que él mismo había nacido en Santiago de Compostela, España, durante otra dictadura que había expulsado a su padre, Jaime Paz Zamora, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Lo que no mencionó el nuevo presidente es la paradoja de su biografía: Una familia donde se entrecruza el unitarismo, el federalismo, las guerras subcontinentales de la región y lo más actual, la combinación de los abrazos con Christopher Landau, subsecretario de Estado norteamericano y enviado de Donald Trump, con la memoria del exilio provocado por el Plan Cóndor, aquel proyecto exterminador impulsado por Estados Unidos para imponer el neoliberalismo a sangre y fuego en América del Sur.
La familia Paz abraza Argentina, Bolivia, Paraguay y España con integrantes en todos los bandos políticos enfrentados.
Aquel seminarista en Villa Allende, Córdoba, Argentina
La historia del nuevo mandatario conduce inevitablemente a su padre, Jaime Paz Zamora, también expresidente boliviano y protagonista de una vida de contradicciones. En la segunda mitad de los años cincuenta, el joven Jaime ingresó al seminario redentorista de Villa Allende, en Córdoba, donde estudió teología y filosofía. Durante dos años fue vecino de la familia Morón Maldonado Allende, que lo acogió como a un hijo más.
Compartía estudios con Francisco Luchesse, fundador de la Casa del Padre Luchesse, y con su hermano menor Néstor Paz Zamora, quien más tarde se uniría al Ejército de Liberación Nacional, la guerrilla inspirada por Ernesto “Che” Guevara. Néstor moriría de inanición en la selva de Teoponte, un 8 de octubre de 1970, dejando un diario de campaña que combina mística, dolor y esperanza.
Jaime abandonó el seminario y regresó a Bolivia, pero la represión del dictador René Barrientos —el mismo que mandó a ejecutar al Che— lo obligó nuevamente al exilio. Estudió en la Universidad de Lovaina, en Bélgica, donde conoció a su esposa española. En 1967 nació en Galicia su hijo Rodrigo, el actual presidente.
En 1971 fundó el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), pero el golpe de Banzer Suárez lo empujó otra vez fuera del país. En 1980 sobrevivió a un atentado del narcodictador Luis García Meza, que le dejó el rostro quemado. Años después, ya en democracia, fue vicepresidente de Hernán Siles Zuazo y finalmente presidente entre 1989 y 1993.
Para llegar al poder, Jaime selló una alianza con su antiguo enemigo Banzer. Y una vez en el gobierno, aquel ex seminarista idealista se rindió ante el modelo neoliberal: privatizó empresas estatales y abrió la economía boliviana, anticipando las reformas que consolidaría Sánchez de Lozada.
Del Valle de Calamuchita a Tarija: la raíz cordobesa del poder
Los Paz pertenecen a una vieja familia tarijeña, de la élite del sur de Bolivia, rica en gas y petróleo. De ella surgieron tres presidentes: Víctor Paz Estenssoro, Jaime Paz Zamora y Rodrigo Paz Pereira.
Pero los orígenes del linaje conducen otra vez a Córdoba. En 1816, en Santa Rosa de Calamuchita, nació Paulino Rafael María Paz, hijo de Juan Casimiro Paz, primo del general José María Paz. Ferviente unitario, debió exiliarse en 1841 durante el gobierno de Rosas. Por los caminos del Valle de Punilla y La Rioja llegó hasta Tarija, entonces territorio argentino en disputa, y allí se estableció definitivamente.
Paulino se casó con Genoveva Arce, tuvo descendencia y arraigó en Tarija. Su hijo Domingo Paz Arce fundó la Universidad de Tarija, y de esa rama nacieron René Paz Rojas, héroe de la Guerra del Chaco; Néstor Paz Galarza, militar; y los hermanos seminaristas Néstor y Jaime Paz Zamora, el primero guerrillero, el segundo presidente.
El nuevo mandatario, Rodrigo Paz Pereira, es así hijo de un presidente, sobrino de un guerrillero, nieto de un héroe de guerra y descendiente directo del fundador de la Universidad de Tarija y del cordobés Paulino Paz Baigorri, sobrino del general Paz.
El eco de una historia repetida
La historia de los Paz parece escrita por el destino: de los exilios del siglo XIX a los exilios del siglo XX; de los ideales revolucionarios a la realpolitik neoliberal. Hoy, Rodrigo Paz Pereira encarna ese contraste entre la memoria y el poder, entre el pasado de persecución y el presente de alianzas con quienes promovieron aquellas dictaduras.
Bolivia vuelve a tener un presidente que lleva en la sangre una genealogía de exilios, contradicciones y poder. El tiempo dirá si ese apellido legendario logra reconciliar su historia con su presente, o si, una vez más, la promesa de justicia social quedará sepultada bajo la vieja consigna de siempre: orden, progreso y capital.