Meterse hoy en discernimientos políticos equivale al martirio de descender a una olla hirviendo donde algunos, para llevar la contraria o defenderse inútilmente, sostienen aún que el agua sigue fría.
¿Qué le sucede a esta Familia tan dolida de nuestros gobernantes que sólo sueñan en echar abajo las cruces (¿respetarán las de mayo?), reacondicionar el Valle de los Caídos hasta que deje de sentirse lugar sagrado y constituir Funerales de Estado en Asambleas sin liturgia? Supongo que la respuesta más viable y comprensible es que le tienen miedo a la Cruz y, en su imprudencia, quieren acabar con ella sin conocer la Historia.
Cuando Perón comenzó a permitir la quema de algunas iglesias en Buenos Aires, sentenció a muerte su Gobierno en pocos meses. En la España del 31, los anticlericales de siempre volvieron a las quemaduras… y así les fue. “El español desprecia cuanto ignora”, escribía Machado: ha llegado el tiempo de que aprendan a separar de sus chapuces la intocable dignidad de lo sagrado.
Caer más bajo ya no se puede, aunque lo siguen procurando.
Pedro Villarejo