Pretender sustituir a Dios mediante inteligencia artificial es pura entelequia. Una irrealidad que nunca completará ni perfeccionará la necesidad humana de comunicar con lo que le transciende. Y ello porque el pensamiento programado debe primitivamente contener todos los elementos para que pueda decidirse.
Se nos manipula predicando que la IA en segundos crea música, y sus letras, sin la acción creadora y única de los autores. Esto es falso, y los inversores de la IA lo conocen sobradamente. La IA no es más que un loro algorítmico que repite, con mayor o menor acierto, la propuesta realizada a fin de que, mediante operaciones finitas, dé una respuesta a la cuestión planteada como un problema.
Dicho de otra forma, la IA nunca será mejor que los parámetros de los que ha sido dotada. Nunca podrá crear una obra genial y única en ninguno de los campos del arte, ya sea literatura, música, pintura… El resultado será siempre un compendio de lo que ya existe, pero a la postre nada nuevo.
El hombre en cambio, sí es capaz de ello. La historia, desde sus inicios, nos ha dado clara muestras de ello (el control del fuego, la rueda, la imprenta…). Con todos los datos la IA se ve impotente para determinar medianamente cual será el flujo de la historia.
Lo más que puede obtener son datos estadísticos sobre probabilidades que no necesariamente se cumplen. Los feriantes de la IA lo saben y como trileros ocultan sus deficiencias sobre expectativas de humo, y la promesa de que se está cerca de llegar a lo imposible, sabiendo que ese lugar solo existe en sus mentes y en los balances de sus negocios.
Ninguna IA suplirá el silencio de Dios y su valor. La fuente a través de la que habla ya está con nosotros y en nosotros. Ninguna máquina nos llevará fuera del espacio físico, ni pronunciará discurso alguno que antes no se hubiera dicho. Para esto no es necesaria. La IA nunca podrá darnos lo que no tiene.
Extraordinario y clarificador artículo de José Eladio Camacho sobre lo que es en verdad la IA una biblioteca que saca a la luz lo acumulado, nunca la creatividad que sorprende. . La IA sólo podrá decir de Dios la memoria de lo que otros han concebido.
Muchas gracias José Eladio y un abrazo