¿Habilidades del futuro?

30 de octubre de 2025
3 minutos de lectura
Fuente: Freepik.

La inteligencia artificial puede ser un gran apoyo, pero no sustituye la capacidad humana de comprender, argumentar y crear significado

Recientemente, Forbes publicó un artículo sobre las habilidades laborales que serán más relevantes hacia 2030. Aunque estas proyecciones son discutibles, ofrecen una lectura sugerente para quienes buscan anticipar cómo cambiará el mundo educativo y profesional en los próximos años. Más allá de la precisión de las predicciones, el valor está en las tendencias que revelan. ¿Hacia dónde se mueve la atención de las organizaciones y qué tipo de capacidades empiezan a considerarse esenciales?

Entre las habilidades básicas —aquellas importantes hoy y cuyo valor seguirá creciendo— destacan el pensamiento creativo, la resiliencia, la flexibilidad y la agilidad. También el liderazgo, el pensamiento analítico, la gestión del talento, la motivación y, cada vez con más fuerza, la inteligencia artificial y el manejo de big data. Son competencias que combinan capacidad humana con comprensión tecnológica; un binomio con alto nivel de consenso que marcará la pauta de los próximos años. 

En el grupo de habilidades emergentes, menos extendidas actualmente pero con rápido crecimiento, sobresalen las redes y la ciberseguridad, la gestión ambiental, el diseño y la experiencia del usuario. Su auge responde a la digitalización acelerada, la transición ecológica y la necesidad de ofrecer experiencias más humanas en entornos digitales. 

Por su parte, las habilidades fuera de foco son aquellas cuyo uso tiende a disminuir. Entre ellas aparecen la destreza manual, la lectura y escritura tradicionales, el pensamiento sensorial, la ciudadanía global, el multilingüismo, la mentoría, el marketing, la programación convencional y el control de calidad. Finalmente, las habilidades estables —importantes hoy, aunque sin expectativa de crecimiento— incluyen la empatía, la escucha activa, la orientación al servicio y la gestión de operaciones.

Algunas de estas habilidades responden a los desafíos propios de esta época, como la inteligencia artificial, la ciberseguridad o la sostenibilidad. Otras, en cambio, forman parte de las capacidades humanas que históricamente han permitido adaptarse a lo desconocido, como el pensamiento creativo y analítico, el liderazgo o la resiliencia. Lo primero depende de la velocidad tecnológica; lo segundo, de la profundidad del carácter.

Resulta llamativo que la lectura y la escritura aparezcan con un futuro incierto. Es cierto que la tecnología facilita su práctica, pero eso no debería restarles valor. Más allá de la utilidad instrumental, son la base de la estructura mental y del pensamiento ordenado. Leer y escribir bien no sólo comunica, también permite razonar con precisión. En ese sentido, la inteligencia artificial puede ser un gran apoyo, pero no sustituye la capacidad humana de comprender, argumentar y crear significado.

Algo similar ocurre con las habilidades interpersonales. La empatía, la escucha activa o la confiabilidad parecen perder peso en algunas proyecciones, pero probablemente suceda lo contrario. En un entorno saturado de automatización, lo humano será lo más escaso y, tal vez también por ello, lo más valioso. 

Incluso los factores geopolíticos influyen en esta evolución. Hace pocos años se consideraba indispensable hablar varios idiomas y tener una mentalidad de ciudadanía global. Hoy, en un contexto más orientado a la regionalización, esas habilidades parecen perder prioridad. Sin embargo, esto puede ser una ilusión coyuntural. El valor de la visión internacional y del diálogo intercultural podría reaparecer en cuanto los mercados busquen nuevamente la cooperación global.

Pensemos en un ejemplo concreto: una directora de proyectos en 2028 coordina equipos híbridos entre tres países. Usa IA para gestionar tiempos y analizar métricas de productividad, pero también dedica espacios a escuchar, motivar y resolver tensiones culturales. Alterna datos con intuición, algoritmos con criterio. Su éxito no depende sólo de la tecnología que maneja, es clave la sensibilidad humana con la que la integra.

En última instancia, es difícil predecir con exactitud qué habilidades dominarán dentro de uno o dos lustros. Pero sí es posible leer la dirección del cambio. Las competencias más valiosas serán aquellas que combinen solidez intelectual, madurez emocional y flexibilidad práctica. Quienes mantengan hábitos de trabajo consistentes, sepan equilibrar razón y carácter, y comprendan las nuevas tendencias sin perder su centro, estarán mejor preparados para el futuro. Más que dominar herramientas, se trata de aprender a aprender con ellas, manteniendo siempre el juicio y la humanidad que ninguna máquina puede reemplazar.

*Por su interés reproducimos este artículo de Santiago García Álvarez publicado en Excelsior.

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