Conozco a muchas mujeres que fueron diagnosticadas en su embarazo con criaturas deformes o perjudicadas con enfermedades irreversibles. Todas, tras escuchar “el consejo” médico prefirieron seguir con sus hijos adelante y poner en manos de Dios la vida que habían concebido. Tres de las cuatro recientes que frecuento tuvieron sus hijos con salud envidiable; la cuarta, dio a luz una niña con síndrome de Down que es la delicia de toda la familia. Se equivoquen o no los médicos, la decisión de mantener una vida por encima de todo califica la grandeza de las personas que asumen con responsabilidad el riesgo.
Digan lo que digan las leyes progresistas el aborto no es una interrupción voluntaria del embarazo, sino un crimen que nunca debe entenderse como derecho. Quienes piensen lo contrario allá ellos: se llevan mi respeto y mi indignación.
Ahora viene Feijóo subiéndose al desatino de la ignominia. Unos y otros en este País son capaces de cualquier cosa por conseguir votos… Los miedos y las cobardías tampoco son buenos consejeros para gobernar. A este paso Trump es el único que se salva.
Pedro Villarejo