Se puede considerar a Átalo como el primer maestro de Séneca y del que agradecemos su primer lección aprovechable para todos los tiempos, para cualquier circunstancia: “Practica la virtud como elemento indispensable si quieres favorecer la vida propia y la de los demás”. Séneca, débil de cuerpo y fuerte de inteligencia, llevó a rajatabla esta enseñanza de Átalo y siguió aprendiendo de otros tantas aplicaciones filosóficas que, después de dos mil años, siguen teniendo vigencia aunque, lamentablemente, no se pongan en práctica.
Lo más meritorio de Séneca es que tal sabiduría filosófica tomada, no como un mero juego de retórica aislada, sino como una jugosa manera de vivir, tuvo que ponerla en práctica en un mundo de intrigas y opulencias, de despilfarros y mentiras…
Cuando se depende de la malignidad de otros para seguir con la túnica de emperador, es indispensable desprenderse de la dignidad. Por eso Nerón le acusó falsamente de que lo había traicionado… Y Séneca se abrió las venas después de abrirse el alma.
Pedro Villarejo