…Y ahora un tumor de páncreas. Juan Antonio Rodríguez Flores, el preso diabético al que Prisiones ha destrozado la vida y su salud debido a una clamorosa desatención médica, se enfrenta ahora, además, a un tumor en el páncreas. Está casado y tiene tres hijos pequeños. Y huido de la prisión.
Cuando hace casi un año tenía cumplidos siete de una condena de nueve años de cárcel, en un permiso decidió no volver a su prisión, en ese momento la de Navalcarnero.
Huyó del penal para curarse en la calle.
Ya que desde hacía varios meses no le atendían de una grave úlcera en el pie, producida por su diabetes, los médicos penitenciarios (fundamentalmente los de la cárcel que, todavía, dirige Pepe Comerón en Alcalá Meco) ni después los de Navalcarnero, adonde Comerón lo trasladó como castigo y sin causa.
Por eso Flores decidió, en un permiso, en septiembre pasado, no volver al centro de Navalcarnero hasta que se le curase la úlcera de su pierna.
La misma diabetes, tipo 1, que adquirió durante su estancia en la cárcel de Soto, por desatención médica, estuvo a punto entonces de costarle la vida.
Y es que, años después de lo ocurrido en Soto, estando en Alcalá Meco, le salió una úlcera en un pie que sangraba sin tregua y no se curaba. La cuestión es que en la cárcel ni siquiera le veía el médico, y la úlcera crecía y crecía. A lo más, le daban calmantes, pero al médico no se le ocurrió hacerle una radiografía para ver por qué le dolía tanto una de sus piernas, cada día más inflada.
Por eso, cuando Comerón (que sigue en su puesto de director por su amistad con el máximo jefe de las cárceles, Ángel Luis Ortiz, pese a la fuertes críticas que lanzan sobre él presos y familiares, y al que se le escapó un preso muy peligroso acusado de un doble asesinato, El Pastillas) decidió trasladarlo a Navalcarnero, Flores aprovechó un permiso y no regresó.
Hasta que pudiera frenar con la Seguridad Social, en la calle, el avance de la úlcera.
Huyó porque no le atendían de la úlcera ni en Navalcarnero ni en Meco. Y llevaba varios meses con ella. Un colega de la cárcel le dejó un poco de Betadine. Necesitaba antibióticos, pero al médico pareció darle igual y solo le daba calmantes, cuando tenía la suerte de conseguir una cita.
Además tampoco le sacaban de la cárcel, como es preceptivo, para llevarle a los especialistas médicos que le trataban en distintas clínicas de las gravísimas dolencias que le ocasionaron en Soto del Real.
Decidió no volver a la cárcel hasta que los médicos de la Seguridad Social le explorarán y le enviarán la medicación adecuada que cortase el avance inexorable de la úlcera.
Tras el tratamiento en la Seguridad Social, escondido de la policía, que le busca porque esta huido, y junto a su esposa e hijos, la úlcera ya se le ha curado.
Pero durante estos meses huido no ha habido una semana en que no tuviera una o dos citas semanales con los especialistas que le tratan de las secuelas que sufrió en Soto del Real: aparte de la diabetes más grave de las existentes, sufre un glaucoma, cojera y sordera parcial.
Y, ahora, además un tumor de páncreas, confiesa Flores a este periódico. Que ya le fue detectado en 2019, cuando le operaron a vida o muerte en el hospital Gregorio Marañón de la infección cancerosas que sufrió Flores en una rodilla y que obligó a ponerle un fémur de titanio. Detrás de todo, la diabetes.
Entonces, los médicos de Marañón (volcando sus esfuerzos en tratar de evitar que Juan Antonio Flores perdiera la pierna por efecto de la diabetes que adquirió en Soto, y al ver que en ese momento el tumor que le había subido desde la pierna hasta el diafragma, y dejado una pequeña recidiva en el páncreas que no se consideró excesivamente agresiva) optaron por observar su evolución y ganar tiempo.
Y así fue mientras resolvían el resto de problemas médicos que padecía Flores, todos ellos derivados de la diabetes de Soto, porque no le curaron una infección que sufrió en la pierna en el gimnasio del centro tras un pequeño golpe, que fue a más y para la que solo le mandaron calmantes.
Flores ingresó en la prisión de Soto para cumplir 9 años de condena por un delito económico: estafa en la venta de vehículos.
En Soto, por omisión sanitaria, le hicieron pedazos su salud. Pero luego estuvo en otras cárceles que no le llevaban a sus citas con los especialistas, motivo por el que hay en marcha varias querellas.
Flores lleva casi un año fugado.
Tenía previsto volver en septiembre a prisión, una vez que por fin ha logrado detener y curar en la Seguridad Social la úlcera del pie.
Durante este tiempo rara ha sido la semana que no ha tenido que acudir una o dos veces a sus especialistas, pues la diabetes le originó secuelas de todo tipo y varias patologías graves.
Hace unos días, el médico le dijo a Juan Antonio Flores que el tumor de páncreas que le detectaron en 2019 había crecido sustancialmente y que hay que operar. Está ya en una lista de espera quirúrgica preferente, pero aún sin día para entrar al quirófano.
No tenía Flores suficiente con la diabetes tipo 1 que contrajo en la cárcel de Soto del Real. El tumor de páncreas, tras varios años de silencio, se le ha manifestado ahora con virulencia.
Y ya no sabe si volverá o no a la cárcel voluntariamente en septiembre, como tenía previsto antes de que le diesen, la pasada semana, la noticia del tumor.
«Si no merezco un puto indulto para estar con mis hijos y esposa después de todo lo que me han hecho y estoy pasando, es que no hay justicia», se lamenta Flores.
A la cárcel de Soto llegó hecho todo un deportista. De hecho, llevaba el gimnasio de la cárcel y era monitor en las piscinas.
Todo un atleta, pero un día sufrió un golpe en la pierna a la altura de la rodilla que, sin tratamiento médico, por una dejación sanitaria criminal, fue creciendo bajo la piel y derivó en una gravísima diabetes, la tipo 1, y en un tumor que se extendió hacia el diafragma desde la pierna.
Y sin hacerle ni caso los médicos durante un mes a los fuertes dolores que brotaban de su pierna; a lo sumo le daban algún calmante, cuando podía conseguir una cita, pero un día se mareó impregnado de fiebre y, esta vez sí, le llevaron a las urgencias del hospital Gregorio Marañón.
Cuando los médicos vieron el estado de la pierna, se echaron las manos a la cabeza. Estuvo en coma casi un mes y le operaron de urgencia. Sustituyeron todo su fémur por una prótesis de titanio y le impusieron una estricta dieta para la diabetes, que se le generó en la cárcel tras el fortuito golpe que, pese al fuerte dolor en crescendo, a lo sumo trataban con calmantes.
Y no solo eso: la desatención se tradujo asimismo en un tumor que subió a través del fémur hasta el páncreas. En el Marañón se percataron, pero decidieron esperar. Antes tenían que resolver otros problemas de salud en ese momento más graves. Pero lo cierto es que la infección cancerosa de la rodilla le subió hacia arriba y llegó hasta el páncreas.
El pasado día 19, los médicos comentaron a Juan Antonio Flores que ya no se puede operar y que hay que operar con urgencia ese tumor. En este tiempo ha evolucionado y ya es un peligro potencial para su vida.
El joven deportista es hoy una sombra de lo que era.
Ángel Luis Ortiz, el amigo de Manuela Carmena y el hombre que le ha llevado al ministro Marlaska a cárceles del país Vasco a los etarras para luego liberarlos allí con vistas a que Pedro Sánchez siga en La Moncloa, para eso lo pusieron como jefe de las cárceles, este hombre es el máximo responsable de la desatención médica que hoy tiene en la cuerda floja la vida del preso Flores.
Porque no solo tiene una prótesis de titanio como fémur, su diabetes es la más grave, la tipo 1, vive pegado a un dispositivo bajo la piel de su brazo que cada dos por tres le alerta de las repentinas subidas y bajadas de azúcar en su sangre.
Precisamente esa misma glucosa le ha dejado un glaucoma en un ojo y ahora, además, el rebrote del tumor que ya entonces le observaron los médicos en el Marañón cuando le pusieron un fémur de titanio en una operación en la pierna a vida o muerte y vieron que una recidiva le había subido por el fémur hasta el páncreas.
Algún día tendrá que explicar el ministro Marlaska de dónde sacó el dinero público que le dio a Flores tras las barbaridades médicas que le hicieron en Soto. Para taparle la boca.
La operación para ponerle el fémur de titanio y eliminarle el cáncer que le subió desde la rodilla hacia el diafragma acortó cinco centímetros su pierna respecto a la otra. Esta cojo,
Es tal el estado de salud de Juan Antonio Flores que la Comunidad de Madrid acaba de comunicarle que le concede un 79% de discapacidad y que se trata de una persona dependiente y con movilidad reducida.