Miles de cubanos sobreviven en la oscuridad, el exilio busca refugio en Estados Unidos, donde sueña con un futuro que Cuba no les ofrece.
El testimonio de Marian es el de mucho cubanos que han tenido que despedirse de sus familias para encontrar una vida más prospera. Al oeste de Miami, Marian ha encontrado ese refugio en el cual ha podido ir prosperando, según el reportaje publicado por Ivan García en el Diario de las Américas.
En una habitación de apartahotel, junto a tres cubanos, un mexicano y una venezolana, Marian relata la crítica situación que atraviesa Cuba.
“La situación en Cuba es horrible. No funciona nada. Aquello es peor que el cáncer. Pero es el lugar donde nací, viven mis padres, mis tíos y mis abuelos. No puedo olvidar mi terruño. Cada día que pasa más quiero a mi país. Fue aquí en Miami donde de verdad conocí nuestras tradiciones y nuestra cocina. Aquello es una dictadura, pero es imposible no querer visitarla al menos una vez al año”
Según fuentes extraoficiales el 90% de la población en Cuba sufre pobreza extrema. Sin electricidad, sin gasolina para los generadores y con una economía colapsada, las familias dependen de las transferencias y envíos desde el exterior. “Antes te pedían dinero o ropa. Ahora solo quieren plantas eléctricas, ventiladores recargables y comida”, lamenta Marian.
El presente es incierto y el futuro en muchos caso parece haberse detenido. Las calles de Cuba de sumergen en la oscuridad casa noche y muchas partes, durante el día también. Los apagones se han vuelto cotidianos y normales entre la población, pudiendo llegar a las veinte horas. Sin electricidad, las neveras se descongelan, los alimentos se pierden y las familias se ven obligadas a improvisar, cocinando a toda prisa o recurriendo a inventos para conservar la poca comida disponible.
La escasez de combustibles empeora la situación, lo que antes aliviaba la situación hoy son un lujo inalcanzable. Los pocos que lo consiguen a usan con cuentagotas para no agotar el preciado combustible. Todo ocurre en un país donde el transporte público está paralizado, la economía informal marca el ritmo de la vida y la represión castiga cualquier intento de protesta.
El exilio es la única solución para algunos cubanos para sobrevivir. Lejos de los apagones, su mayor problema son los documentos migratorios, las largas jornadas laborales y la constante sensación de estar en la cuerda floja. Miles de cubanos han cruzado la frontera de manera ilegal para escapar de la miseria y encontrar en Estados Unidos una vida mejor y más digna. Con el objetivo de prosperar.
Marian lo sabe muy bien. Llegó hace seis años, sin papeles y sin certezas. Comenzó limpiando ancianos en un hogar, después trabajó en la construcción y en cualquier empleo que pagara en efectivo. “En este país se trabaja duro, muy duro, pero es el único lugar donde si te esfuerzas, avanzas”, dice con orgullo. Hoy tiene un coche, un apartamento y envía dinero a su familia en Matanzas. Sin embargo, la tranquilidad sigue siendo un lujo.
Ella y muchos de sus paisanos cargan con una orden de deportación. El miedo se siente en cada golpe en la puerta, en cada parada policial. Marian lo resume con crudeza: “Con ICE detrás, la mejor estrategia es moverse. No tener residencia fija. Es más difícil atraparte si no saben dónde vives”. Así viven miles de inmigrantes, en moteles baratos y listos, esperando que la marea baje.
Entre la oscuridad de Cuba y la incertidumbre migratoria en Estados Unidos, una idea se repite en la mente de Marian y de muchos otros muchos inmigrantes: regresar a su país no es una alternativa.