Podría llamarse sociológicamente anarquista a quien no se somete a las leyes establecidas porque la considera injustas o desproporcionadas y, con su conducta, intenta manifestar que él está en condiciones de mejorarlas, aportando sensatez y originalidad.
Buenaventura Durruti, uno de los anarquistas más conocidos nació en León a finales del siglo pasado y murió, o lo mataron, en los comienzos de nuestra fatídica guerra civil. Él mismo señala que el sufrimiento de su familia y las de alrededor ante una pobreza extrema, determinó su actitud frente a la vida. Murió sin saber de qué sombra le vino el tiro.
Otro anarquista de consideración histórica, Mateo Morral, quiso imponer en la sociedad un republicanismo feroz, descompensado, arrojando una bomba en ramo de flores al paso de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, recién casados. Murieron muchos en aquel despropósito y Morral, que intentó huir, no fue más allá de la siguiente esquina.
…Mal que bien, aquellos anarquistas tenían argumentos que, según ellos, serían provechosos para el bien común. Pero estos de ahora se saltan las leyes porque únicamente se quieren a sí mismos. Nunca en Veraluz se vio tanta orfandad. Ni un Constitucional tan agraviado.
Pero Villarejo