Los hábitos alimentarios en España han dado un giro preocupante en la última década. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha lanzado una señal de alarma: comemos peor que hace diez años. El motivo no es solo el aumento del consumo de alimentos ultraprocesados, sino el abandono progresivo de los pilares de la dieta mediterránea, considerada durante años una de las más saludables del mundo.
El estudio de la OCU, basado en datos del Ministerio de Agricultura, refleja una tendencia clara: el auge de los platos preparados. Pizzas, croquetas, empanadillas y otros alimentos listos para calentar y consumir se consumen hasta un 90 % más de lo recomendable. A esto se suma el consumo excesivo de refrescos, zumos industriales, carnes procesadas y grasas untables, como margarina y mantequilla, según una información de Europa Press.
La comodidad y la falta de tiempo para cocinar en casa parecen haber abierto la puerta a este tipo de productos, ricos en sal, azúcar, grasas saturadas y aditivos. Si a esto se suma la pérdida del hábito de cocinar de manera tradicional, el resultado es un patrón alimentario que se aleja cada vez más de lo saludable.
En paralelo, los alimentos que tradicionalmente han formado parte de la cocina casera —legumbres, hortalizas frescas, pescados, arroz, huevos o pan integral— han perdido protagonismo. El aceite de oliva, uno de los pilares de la dieta mediterránea, se consume un 43 % menos de lo que sería deseable, mientras que las legumbres caen hasta un 87 % por debajo de la cantidad aconsejada.
También preocupa el bajo consumo de frutas frescas, lácteos no azucarados y frutos secos, productos esenciales para un sistema inmunológico fuerte y una buena salud cardiovascular.
No se trata solo de una cuestión culinaria, sino de salud pública. Desde 2014, el porcentaje de personas con sobrepeso ha crecido en un 6 %, alcanzando ya al 56 % de la población. Y con ello, también aumentan enfermedades asociadas: la hipertensión afecta al 21,4 % de los ciudadanos y la diabetes al 8,7 %, según el Ministerio de Sanidad.
La OCU insiste en que todavía hay margen de reacción. El mensaje es claro: es hora de regresar a los básicos. Verduras y frutas de temporada, legumbres, aceite de oliva, pescado, huevos y lácteos sin azúcares añadidos. Todo ello, acompañado de una cocina casera que permita controlar lo que comemos.
Además, recomienda limitar el consumo de carne roja y bebidas azucaradas, como refrescos o zumos industriales, y planificar mejor la cesta de la compra, algo que se puede hacer —según sugieren— utilizando herramientas como su aplicación OCU Market, que compara precios y calidad de productos en función de su valor nutricional.
El reto está en recuperar el sabor, la salud y la cultura de una alimentación que siempre ha sido un emblema de bienestar. Porque, como recuerdan desde la organización, «lo que comemos hoy determina cómo viviremos mañana».