Hoy: 28 de diciembre de 2024
2024 fue un año catastrófico para México desde la perspectiva institucional. Este año, la mayoría legislativa de Morena, impulsados por los deseos de un expresidente que parece haber establecido un Maximato, determinaron destruir al Poder Judicial de la Federación, continuar con el camino de la militarización, y eliminar los órganos autónomos que llevaban a cabo labores a favor de la ciudadanía.
Las bancadas de Morena y sus aliados en el Senado y en la Cámara de Diputados parece que están en una borrachera desde junio pasado, y se encuentran destruyendo todo lo que encuentran a su paso. Ahora, hasta prohibieron los vaporizadores en la Constitución. Así de absurdo actúan.
Lo más grave de todo es la falta de voluntad y compromiso de los legisladores del oficialismo para con sus electores, a esos que dicen representar. Morena ha actuado como una pandilla de delincuentes, justamente porque son una pandilla de delincuentes. Los métodos utilizados para obtener mayorías calificadas que el electorado no les otorgó evidencian que su narrativa de libertades y de crítica de los últimos veinte años era únicamente eso; lo que en realidad querían era acceder al poder para cerrarle la puerta a la alternancia.
El problema de origen me parece que es la incapacidad de la ciudadanía de advertir los peligros de Morena. Durante años han sido destructores de instituciones. A pesar de ello, el electorado les dio el triunfo en 2018 y nuevamente en 2024, considero que en gran medida por el uso clientelar de los programas sociales que los utilizan como moneda de cambio para el voto.
Sin embargo, esa no fue la razón por la cual Morena está haciendo lo que quiere con la república. Para lograr concretar la destrucción institucional que actualmente está emprendiendo, Morena tuvo que mover sus piezas dentro del Instituto Nacional Electoral, para obtener una mayoría sobrerrepresentativa en la Cámara de Diputados; después, presionar a los magistrados electorales de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (de los cuales, ya tiene tres en la bolsa), posteriormente, y a falta de haber logrado una mayoría calificada en el Senado, compraron a dos senadores del PRD, para posteriormente extorsionar a los senadores Miguel Ángel Yunes y a Daniel Barreda Pavón, amagándolos con carpetas de investigación integradas en su contra.
Estos últimos no entendieron que, ante la extorsión oficial, el Poder Judicial de la Federación justamente existía para evitar los abusos del poder. Prefirieron el camino fácil de entregarse al oficialismo, aunque ello implicara la destrucción del último pilar de la República, que era la judicatura, y pusieran su destino y futuro justamente en quienes aspiraban a convertirse en sus verdugos.
Así como en el Congreso existe un muro en donde se inscriben los nombres de los héroes de la patria con letras de oro, propongo que se construya también un muro de la vergüenza, donde se inscriban los nombres de todos los traidores de México. Sin embargo, se requerirá un muro enorme para poder colocar ahí todos los nombres que tienen merecido aparecer en él.
Primeramente, con letras mayúsculas se debe inscribir el nombre de Andrés Manuel López Obrador. López Obrador siempre fue una persona que despreció la ley y las instituciones. Lo demostró tomando pozos petroleros en Tabasco en la década de los 80 y 90. Después, al no acatar una resolución del Poder Judicial de la Federación que lo llevó al desafuero. Igualmente, lo hizo al no reconocer los resultados electorales de 2006, y mandar al diablo a las instituciones mientras tomaba Reforma por meses.
Posteriormente, ya en el ejercicio del poder, instruyó eliminar al Poder Judicial de la Federación, eliminar los organismos autónomos, y militarizar el país. Por eso, si alguien merece estar en el muro de la vergüenza, ese es López Obrador.
En este mismo sentido, se debe inscribir el nombre de Claudia Sheinbaum Pardo. Si bien la Presidente es percibida como una mujer más moderada que su antecesor, y con mayor conocimiento de cómo funciona el mundo, lo cierto es que ha permitido que las herencias obradoristas en el Congreso continúen con el camino de destrucción institucional. Por esa falta de determinación (o incluso por complicidad con esas ideas regresivas) Sheinbaum merece estar en el muro de la vergüenza.
En ese muro, es menester inscribir a los consejeros electorales del INE que votaron por otorgarle a Morena y sus aliados una mayoría legislativa que no obtuvieron en las urnas. Mientras el oficialismo obtuvo el 54% de los votos para la Cámara de Diputados, el INE decidió entregarle el 74% de las curules en la Cámara de Diputados. No hay postura más antidemocrática y antipatriótica que esa. De ahí que esos nombres deban inscribirse en el muro de la vergüenza.
En relación con la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, los nombres de los magistrados Mónica Aralí Soto, Felipe Fuentes, y Felipe de la Mata deben ser inscritos en el muro de la vergüenza, por avalar una distorsión constitucional en la integración de la Cámara de Diputados, situación por la cual Morena y sus aliados obtuvieron la mayoría calificada que no habían ganado en las urnas.
Posteriormente, los nombres de Adán Augusto López y Ricardo Monreal también deben ser inscritos en el muro de la vergüenza, pues han acelerado reformas constitucionales regresivas en perjuicio de México. Aunado a lo anterior, han intercambiado acusaciones de corrupción de uno para el otro, evidenciando actos de la más baja calaña. Incluso, la secretaria de Gobernación tuvo que convocarlos para que remediaran sus diferencias. Incluso por este simple hecho, sus nombres deben inscribirse en el muro multicitado.
Miguel Ángel Yunes y Daniel Barreda Pavón son nombres que deben inscribirse en el muro de la vergüenza, con letras grandes para que sus hijos y nietos vean en el futuro que sus ancestros fueron traidores de la democracia y de la República. El querer salvar su pellejo a cambio de entregar la república es algo que debemos recordarles hasta el último día de su existencia.
Los demás diputados y senadores que avalaron el atropello institucional que Morena está realizando, también deben estar en el muro de la vergüenza. Esto porque parece que ninguno tiene conciencia propia, y se dedican únicamente a levantar el dedo cuando son requeridos para ello. Si alguno de ellos hubiera tenido algo de pudor, se hubiera opuesto (como muchos lo hicieron en privado) a la andanada de reformas presentadas por el expresidente López Obrador. Pero como no conocen el compromiso con el electorado, ni con México, y solo velan por sus intereses, cada uno de dichos legisladores merece estar en el muro de la vergüenza.
A partir de estas personas, México dejó de ser una república para convertirse en el país donde un solo hombre manda, a través de sus personeros. Una especie de monarquía moderna en este país tan golpeado.
Por las razones antes expuestas, estos nombres deben aparecer para la posteridad en el muro de la vergüenza. Esto para recordarnos a todos lo frágil que es una república, y lo poco que se necesita para destruirla.
Deseo de todo corazón a cada uno de mis lectores que pasen una muy Feliz Navidad, o Felices Fiestas como dicen ahora los inclusivos. ¡Feliz Navidad!
Por su interés reproducimos este artículo de Sixto Duarte publicado en El Diario de Chihuahua.