La Navidad no para ni cambia el puto mundo

11 de diciembre de 2024
3 minutos de lectura
La Navidad no para ni cambia el puto mundo
LalaChus y David Broncano, presentadores de las Campanadas en TVE

Los puristas han dado por inaugurada la Navidad. Dicen que cuando pasa la Inmaculada ya se puede pensar en los turrones, el mazapán y en celebraciones. Hubo un tiempo, antes de que los centros comerciales y las ciudades batallasen por ver quien iba antes, en el que la Navidad llegaba con las vacaciones escolares y el sorteo del Gordo, sí ese día 22 que en la tele en blanco y negro sonaba a gloria bendita el soniquete de los niños de San Ildefonso cuando era en pesetas, y la ‘madrecita mariadelcarmen’ del gran Manolo Escobar… Eso si que era dar la bienvenida a estos días de fiesta, recuerdos y nostalgia.

Para qué engañarnos, en los tiempos que corren la Navidad es cosa del consumo y el ritmo lo marcan ciudades como Vigo, en las que su alcalde se empeña en tener más luces que nadie, y en los complejos comerciales en los que se levantan pinos como torres. Todo empieza con el Black Friday en una oferta sin fin que llega hasta los Reyes. Luces y más luces, perfumes anunciados en inglés y regalos que ahora se hacen en Nochebuena por aquello de la influencia gringa de Papá Noel.

Para qué engañarnos. En los restaurantes las comidas de empresa y amigotes que se juntan una vez al año agotan las reservas desde septiembre, y la lotería se vende por aquello de ‘y si toca aquí’ en los chiringuitos playeros entre el humo de los espetos y los sudores de agosto. Y todo eso está bien. Son oportunidades para ser feliz, incluso para forzar la felicidad si es el caso, y está bien. Quizás lo del presidente venezolano Nicolás Maduro de declarar la Navidad en pleno verano es rizar mucho el rizo pero eso son las cosas de gente como él y si la Navidad ayuda a tapar… pues que tape.

Todo vale si se trata de vender felicidad, pero el problema es que tantas señales externas que buscan el amor, tantos indicios y gestos de sonrisas y abrazos, cariños y buenas intenciones no acaban por detener ni cambiar el puto mundo que sigue a lo suyo; a una vida en la que la guerra mata a diario, llena de dolor y sufrimiento; a una vida donde el abuso impone sus normas; donde hay chavales capaces de llevarse un arma a la cara y masacrar un colegio; un yihadista intentar llevarse por delante a cientos o miles, si puede, por orden del fanatismo;, una vida en la que los hombres se creen con el derecho de propiedad de una mujer a la que matan sin piedad si se lo discute y donde miles de niños siguen muriendo cada día de hambre y enfermedades o destruidos por una bomba.

O sencillamente una vida donde las redes destrozan vidas, como intentan hacer con LalaChus, a la que machacan por ser ella y Broncano los encargados de dar la campanadas de Fin de Año en TVE y ella, ¡hay que horror!, ha cometido el pecado ser gordita. En este mundo de mentira es inaceptable que una gorda tenga el privilegio de presentar probablemente el programa de televisión más importante y esperado del año. A mí me parece genial que sea ella y David porque son divertidos, ingeniosos y han sido elegidos por haber sido capaces, por su talento, de poner a TVE en las audiencias del ‘prime time’.

Es increíble el nivel de mala leche que puede llegar a esconder un individuo -lo de persona les queda grande-, ¿cómo pueden beber y rezumar alguien tanto odio y perder la cabeza? Pues los hay y muchos y eso es lo que me produce una tristeza enorme. Ella por ser gorda. Otras y otros por ser feos o cojos, o cegatos. La vida exige perfección y no importa que el precioso sea un delincuente de navaja o guante blanco, ¡cuál de los dos peor!

El mundo exige mentira y la Navidad no acaba con los malditos y malnacidos, con los canallas, con los abusadores, tiranos y maltratadores, con los especuladores y avariciosos, con los asesinos. La Navidad no acaba con la mala gente ni es capaz de cambiar la puta vida de los descosidos de Dios. Por eso nosotros tenemos que intentar llenarnos de razones para celebrar estas fiestas, aunque a veces duela y aunque tengamos que adelantar las fechas para encender de neón nuestros corazones y agitar las alas tocadas y heridas. Dicen que la iluminación led dura más.

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