Cada dos semanas desaparece una lengua en el mundo, según la ONU

12 de octubre de 2024
3 minutos de lectura

América del Sur es el continente donde más idiomas se han perdido en los últimos 50 años

Un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) señala que cada dos semanas desaparece una lengua, llevándose consigo un vasto patrimonio cultural.

El documento confirma una realidad que ya se había evidenciado desde la década de 1960, a través de publicaciones de antropólogos y lingüistas que trabajan en áreas habitadas por pueblos indígenas y en las fronteras entre países. En estas zonas, las costumbres locales han dado lugar al surgimiento de lenguas mixtas, como el yopará, una mezcla de guaraní y español, o el portuñol, que combina el portugués con el español.

También, el informe oficial de la ONU hace hincapié en que más del 40 % de la población mundial no tiene acceso a la educación en su lengua materna, lo que afecta gravemente a comunidades indígenas y migrantes, perpetuando la exclusión social y vulnerando los derechos fundamentales.

América del Sur es el continente donde más lenguas se han extinguido en los últimos 50 años. En esta región, las comunidades nómadas, cuya diversidad lingüística daba lugar a mundos culturales únicos, han sido dispersadas y, en muchos casos, han desaparecido debido a la expansión de tecnologías aplicadas a la producción extractiva y agrícola.

Pero también la diversidad lingüística refleja la riqueza cultural de la humanidad. Sin embargo, junto a esta diversidad, emerge una problemática muchas veces ignorada: la discriminación lingüística. Este fenómeno afecta a hablantes de lenguas indígenas y minoritarias, vulnerando sus derechos fundamentales y perpetuando la exclusión social.

Cifras oficiales

Andrea Cristina Álvarez Pacheco, en una nota publicada en el prestigioso Observatorio del IFE, señaló que, según la ONU, actualmente existen más de 7.000 lenguas habladas y cerca de 3.000 lenguas de señas. Sin embargo, la pérdida de idiomas no cesa y el mundo se empobrece.

Las lenguas son más que simples herramientas de comunicación; son el reflejo de la identidad y la historia de sus hablantes.

La Declaración Universal de Derechos Lingüísticos reconoce dos tipos de derechos: los individuales y los colectivos. Los primeros garantizan la libertad de usar la lengua propia tanto en el ámbito privado como público, mientras que los segundos se refieren a la protección y visibilidad de las lenguas en la sociedad, algo que los Estados deben asegurar mediante políticas culturales, educativas y judiciales.

A nivel global, más del 40% de la población no tiene acceso a la educación en su lengua materna, una cifra que asciende al 90% en algunas regiones. Diversos estudios señalan que enseñar en la lengua materna mejora el rendimiento académico y fortalece la autoestima de los estudiantes. No obstante, muchos sistemas educativos ignoran estos beneficios, marginando a quienes no hablan la lengua dominante.

Discriminación lingüística

La, también llamada glotofobia, es el trato desigual hacia una persona por su lengua, acento o vocabulario. Este tipo de exclusión no solo se manifiesta en burlas, sino también en la desigualdad de oportunidades laborales o educativas. A menudo, afecta a comunidades históricamente marginadas, como los pueblos originarios y los migrantes.

Un caso extremo ocurrió en Argentina con el escritor gitano Jorge Nedich, que no pudo presentar su libro El aliento negro de los gitanos. Al ser consultado por Fuentes Informadas (FI), el escritor dijo, “ponen cualquier excusa, pero lo cierto es que no nos quieren, nos tienen miedo, y somos aún hoy una escoria para la sociedad, pese a la rica historia que tenemos como pueblo. Yo soy el primer escritor de un pueblo que no tiene escritura”.

Otro ejemplo de discriminación que expone Naciones Unidas fue lo que ocurrió en México en 2022, cuando un joven otomí fue atacado por hablar su lengua. Este incidente fue tomado como un ejemplo de cómo la discriminación lingüística puede escalar hacia la violencia física, alimentada por prejuicios arraigados en el racismo y el clasismo.

Para combatir la discriminación lingüística, es necesario reconocer que todas las lenguas y sus dialectos son igualmente válidos y valiosos. La protección de los derechos lingüísticos es clave para garantizar la inclusión y el respeto hacia todas las culturas.

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