Un estudio revela que los niños de familias con ingresos más bajos tienen mayor riesgo de presentar obesidad

26 de septiembre de 2024
6 minutos de lectura
Foto de archivo de dos niños comiendo pizza.Getty Images

En los hogares con ingresos inferiores a 30.000 euros, la obesidad infantil llega al 23,6%

Crecer en un hogar con bajos recursos representa un riesgo elevado de padecer sobrepeso. Casi uno de cada cinco niños de familias con ingresos limitados presenta obesidad infantil, lo que equivale al doble de los niños de hogares con mayor poder adquisitivo. Consumen menos frutas y verduras, más alimentos ultraprocesados, realizan menos actividad física y pasan más tiempo frente a pantallas, lo que resulta en un deterioro de su salud. Esta situación, según el último Estudio Aladino 2023 del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, se agrava cada año.

El informe, que se publica cada cuatro años, revela una clara brecha en los índices de obesidad infantil entre familias con ingresos superiores a 30.000 euros anuales y aquellas que ganan menos de 18.000. De acuerdo con los resultados preliminares presentados este miércoles, el 10,9% de los niños de 6 a 9 años pertenecientes a familias con mayores ingresos sufren obesidad, frente al 23,6% de aquellos provenientes de hogares con menores recursos. La diferencia ha ido en aumento: un punto y medio más desde 2019, 2,7 puntos más en comparación con 2015, y casi tres puntos en relación a 2011.

Evaluación del sobrepeso y la obesidad infantil en España

Con el fin de evaluar la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en escolares, el estudio recopila información de 12.000 niños de todas las comunidades autónomas en casi 300 centros educativos, tanto públicos como privados. El análisis abarca diversos aspectos de estos menores, como su entorno familiar, el nivel de ingresos del hogar, sus hábitos alimenticios y la práctica de actividad física. Aunque los resultados generales han mejorado en comparación con años anteriores, siguen siendo preocupantes: un 20,2% de los niños presenta sobrepeso (2,1 puntos menos que en 2019), un 15,9% padece obesidad (una disminución de 1,4 puntos) y un 36,1% tiene exceso de peso, que combina ambos índices y ha bajado 4,5 puntos.

“La disminución de la tasa de obesidad es una excelente noticia, pero no debemos detenernos aquí. Esta mejora también debe beneficiar a las familias más necesitadas”, ha subrayado el ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, durante la presentación de los datos. Para el ministro, la desigualdad que revela el estudio es “inaceptable” en una sociedad democrática. “Todos los niños en España, independientemente de los recursos de su familia o de su lugar de nacimiento, tienen derecho a una alimentación saludable y de calidad”, añadió.

Hábitos alimentarios

No obstante, esta mejora no se ha reflejado en todos los estratos de ingresos familiares, en parte debido a los hábitos alimenticios. Siete de cada diez niños desayunan algo más que una bebida diariamente, menos de la mitad consume fruta de forma habitual, y menos del 25% ingiere verduras regularmente. Además, las diferencias son notorias según el nivel de ingresos: cerca del 40% de los niños en hogares de bajos ingresos no desayuna todos los días, en comparación con el 22% de aquellos en familias con mayores recursos.

Más de la mitad de los niños en familias de mayores ingresos consumen frutas y verduras a diario, mientras que solo el 36,4% de los menores de hogares con menos recursos lo hace. En cambio, los niños de familias con menos ingresos consumen más productos ultraprocesados y bebidas azucaradas: el 7,8% toma refrescos más de tres veces por semana, ocho veces más que en los hogares de mayores ingresos.

“Las familias con menos recursos tienden a optar por alimentos de fácil preparación y más económicos. Prefieren productos que duren más tiempo en la nevera, ya que no pueden permitirse comprar alimentos frescos con frecuencia, ni tienen tiempo para prepararlos. Lo que observamos es que estos niños desayunan más bollería y galletas, y menos frutas y verduras”, explica Ricardo Ibarra, director de Plataforma de Infancia.

Ejercicio y uso de pantallas

Otro factor clave en el sobrepeso infantil es la actividad física. El estudio revela que los niños en familias de altos ingresos son más propensos a realizar al menos dos horas de actividad extracurricular por semana (88,1%) en comparación con los de menores ingresos (64,2%). Al mismo tiempo, entre los niños de familias con menos recursos, el porcentaje de quienes pasan dos o más horas diarias frente a pantallas se duplica: 41,4% frente al 22,8% de los hogares más acomodados.

“Estos niños pasan más tiempo frente a pantallas probablemente porque sus padres tienen empleos precarios que les dificultan la conciliación”, señala Ibarra. María Capellán, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), coincide, añadiendo que pocas escuelas ofrecen actividades extracurriculares gratuitas, y cuando lo hacen, estas suelen ser manualidades o inglés, pero no deportes, que suelen gestionarse a través de clubes de pago.

Una estrategia y dos normativas

Para abordar este problema, el Gobierno aprobó en 2022 un plan estratégico con 200 medidas a implementar hasta 2030, cuyo objetivo es reducir el sobrepeso y la obesidad infantil en un 25%, con el fin de mejorar la posición de España en Europa en esta área. “El Ministerio de Sanidad ya ha activado varias de estas medidas, mientras que otras están en proceso”, afirman fuentes del departamento dirigido por Mónica García. Entre las iniciativas en marcha están una guía para escuelas promotoras de salud, nuevas convocatorias de subvenciones para “Ciudades Saludables”, y la ampliación de la cartera de servicios de salud bucodental.

Por su parte, el equipo de Pablo Bustinduy está trabajando en un decreto para regular la alimentación en comedores escolares, que se espera sea aprobado pronto. “Está en su última fase de tramitación y tendrá un impacto significativo en la salud infantil, además de ser una herramienta para reducir las desigualdades entre familias de distintos recursos”, señalan fuentes de Consumo.

La nueva normativa regulará la alimentación que se ofrezca en los comedores escolares, promoviendo el consumo de verduras, frutas, legumbres, carne, pescado y cereales integrales, mientras que se limitarán los alimentos ultraprocesados. Todo esto bajo un enfoque de proximidad y el fomento de productos de temporada.

Asimismo, está en proceso otro decreto que controlará la publicidad de alimentos no saludables, lo cual es esencial para el Ministerio de Consumo, considerando que los niños más vulnerables son quienes están más expuestos a este tipo de anuncios.

Menos del 50% utiliza el comedor escolar

“Hemos estado solicitando durante mucho tiempo que el comedor escolar sea universal y gratuito, pues esto aseguraría que los niños obtengan los nutrientes que necesitan”, afirma Macarena Céspedes, directora de incidencia política de Educo. No obstante, esta opción no está disponible para todas las familias. De acuerdo con datos de la ONG, a nivel nacional, menos de la mitad de los estudiantes de primaria accede al servicio de comedor escolar.

“El principal impedimento es de carácter económico, ya que ese porcentaje podría ascender al 80% si el servicio fuera gratuito”, señala Céspedes. Además, las becas, que representan la única alternativa para algunas familias, no alcanzan a todos los niños: solo benefician al 13,4% de los hogares y, en muchos casos, no cubren el costo total del comedor escolar.

Teniendo en cuenta que más de medio millón de niños en España, según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, no puede consumir carne, pescado o pollo cada dos días, el comedor escolar se vuelve esencial. “Para muchos, es la única comida completa que reciben a lo largo del día”, destaca María Capellán.

Según el director de Plataforma de Infancia, existe otra acción que podría ser muy beneficiosa para el bienestar de los niños con menos recursos. “Deberíamos ser más ambiciosos y, además de proporcionar alimentos, comenzar a ofrecer desayunos gratuitos para aquellos niños que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad”, sostiene Ibarra.

Mayor inversión y apoyo para las familias

Una de las vías que, según Ibarra, se debería seguir para disminuir las tasas de obesidad infantil es incrementar la financiación destinada a políticas de infancia, especialmente en un país como España, que presenta una de las cifras más altas de pobreza infantil en la Unión Europea (con un tercio de los niños en riesgo de pobreza y exclusión social). “España invierte muy poco en infancia, lo que se traduce en menos apoyos para las familias, y muchas de las ayudas que existen están mal enfocadas. Son altamente burocráticas y presentan tantas barreras que, al final, no llegan a quienes más las necesitan”, afirma el director de la organización, quien también aboga por una prestación universal por crianza.

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