Hoy: 23 de noviembre de 2024
El Consejo General de Enfermería (CGE) ha advertido de que el verano puede ser un detonante de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) debido a la proliferación de mensajes de culto al ideal de belleza de extrema delgadez, la mayor exposición del cuerpo y una mayor desorganización de comidas, hábitos y estilos de vida saludables, lo que también impacta de forma directa en aquellas personas que ya tienen alguno de estos trastornos.
Los TCA son trastornos psiquiátricos caracterizados por conductas anormales referentes a la alimentación o el control del peso. Se encuentran entre los trastornos mentales potencialmente más mortales, causando 10.200 muertes anuales en el mundo, tal y como indica la Asociación Nacional de Anorexia Nerviosa y Trastornos Asociados (ANAD), lo que equivale a una muerte cada 52 minutos.
En España, 400.000 personas están afectadas por este trastorno y se espera que, en los próximos 12 años, esta situación se incremente en un 12%. No solo las personas jóvenes padecen un TCA, pero bien es cierto que la infancia y adolescencia es el periodo más crítico para que aparezcan este tipo de desórdenes, siendo la tercera causa de enfermedad crónica en esta etapa de la vida. La mayor incidencia se sitúa entre los 13 y 14 años, más en mujeres que en varones, con un 30% frente al 17 que se registra en niños.
“En plena época estival debemos recordar a toda la población, pero especialmente a los más jóvenes, que la delgadez no es sinónimo de éxito y que confiar en las dietas milagro o en las publicidades engañosas con modelos de belleza irreales pueden derivar en problemas de salud mental tan graves como los trastornos de la conducta alimentaria, patologías que generan multitud de complicaciones médicas y condiciones psiquiátricas que derivan incluso, en casos de suicidio”, ha señalado el presidente del CGE, Florentino Pérez Raya.
Los TCA incluyen la anorexia nerviosa (AN), bulimia nerviosa (BN), trastorno por atracón (TA) y trastorno alimentario no especificado. Las causas para padecer cualquiera de ellos “son multifactoriales, con influencia de factores genéticos, ambientales y psicológicos. La AN se caracteriza por la restricción voluntaria de comida que puede ir o no acompañada de atracones o conductas purgativas. La BN se reconoce por realizar ciclos de atracón acompañados de conductas compensatorias. Ambos tienen en común el miedo intenso a ganar peso, la internalización del ideal de delgadez y la distorsión de la imagen corporal”, ha afirmado la enfermera especialista en Salud Mental Isabel Mateo.
Este tipo de trastornos suele ir asociado a otras condiciones psiquiátricas que hacen más complicado su tratamiento, como pueden ser trastornos del ánimo o ansiedad, fobia social, déficit de atención o hiperactividad o el consumo de alcohol y el abuso de sustancias. Padecerlos también puede derivar en complicaciones médicas, como alteraciones dermatológicas, cardiovasculares, alteraciones hidroelectrolíticas, alteraciones metabólicas y endocrinas como la afectación al ciclo menstrual o hematológicas, como la anemia.
“Desde el Consejo General de Enfermería apostamos por la formación y la educación para la salud como principal vehículo para que la población aprenda a mantener un estilo de vida saludable y, sobre todo, reconozca las señales de alarma en aquellos que padecen estos trastornos psiquiátricos, algo que, sin duda, salva vidas”, ha subrayado Pérez Raya.
En esta formación y educación para la salud tienen un papel relevante las enfermeras. En este sentido, Mateo ha explicado que, desde las consultas, pueden enseñar estrategias para valorar de forma crítica los modelos de belleza irreales que propagan las redes sociales y ayudar a comprender que la belleza y el éxito no están ligadas a un único tipo de cuerpo.
Otro hándicap para las personas con un TCA es la existencia de las llamadas dietas milagro, cuyo objetivo es la pérdida rápida de peso. “Estas dietas conllevan consecuencias negativas para la salud y no se mantienen en el tiempo. Si se necesita realizar una dieta para perder peso, esta debe ser siempre diseñada y supervisada por profesionales capacitados. En este sentido, las enfermeras tienen la capacidad para acompañar al paciente en este proceso y detectar conductas de riesgo en caso de presentarse”, ha apuntado esta especialista en Salud Mental.
Los trastornos de la alimentación suelen estar infradiagnosticados, razón por la que es importante educar a la población para que pueda reconocer las señales de alarma en personas de su entorno. Estos indicios pueden ser la pérdida de peso de forma llamativa en poco tiempo, realizar ingestas descontroladas, tener cambios de humor repentinos, evitar situaciones que impliquen comer en público, esconder comida o conductas de purga como provocar vómitos o usar laxantes.
Sin embargo, para experimentar un TCA no es necesario presentar todas estas señales, según ha alertado. Por eso, la educación en salud es fundamental, así como “el apoyo familiar, del entorno social del paciente, y por supuesto, de los profesionales sanitarios implicados. Aquí, las enfermeras somos un pilar fundamental para la detección temprana del problema”, ha concluido Mateo.