Hoy: 25 de noviembre de 2024
8 agosto. Un delincuente con orden de detención, Carlos Puigdemont, reaparece en Barcelona, da un mitin, se pasea por las calles del entorno del Parlamento catalán y se fuga de nuevo. Había, dicen, un dispositivo de 600 agentes de los Mossos, la policía catalana, que por su eficacia hubiera dado igual que se desplegaran 5.000.
Se ha podido saber que el prófugo de la justicia española llegó uno o dos días antes a la ciudad y estuvo de cena con los leales de la causa. El caso es que todo el mundo sabía que iba a volver y nadie hizo nada, de verdad, por detenerlo. Al contrario, el delincuente que tiene causas pendientes de la justicia española entre otras cosas por traición por sus contactos con Rusia para que el ejército de Putin facilitase la independencia de Cataluña, tuvo la ayuda de varios mossos para escapar. Y así lo hizo. Y así se meó en España y se río a carcajadas de todo el país.
Pero todo eso ya lo sabe todo el mundo, y cuando digo todo el mundo digo desde el pueblo más chico de la Alpujarra hasta Groenlandia porque el ridículo de este país ha sido mundial. Lo que no sabe nadie es porque cuatro días, 96 horas y 5.760 minutos después -y la cuenta suma y suma- nadie del Gobierno ha dado la más mínima explicación sobre lo sucedido (nadie serio, lo de María Jesús Montero fue una broma de mal gusto).
El presidente Pedro Sánchez ha considerado que la ‘refuga’ del prófugo desobedeciendo una orden de un juez del Tribunal Supremo, que el fiasco de sus ministerios de Defensa e Interior y que la insubordinación de agentes de la policía catalana son asuntos baladíes y ha decidido desaparecer siguiendo el ejemplo de Puchi. ¡Guarda silencio! Y hay quien cree entender que silencio cómplice porque tiene mucho que callar.
¿Será que todo estaba planeado así para que la detención de Puchi no bloquease la investidura del socialista Illa como presidente catalán, lo que ha sucedido en un acto solemne en el que no estaba la bandera española y no dijo ni una palabra en castellano? Por poder ser… y por poder pensarlo… Con este Gobierno y con este presidente nunca ha cobrado más sentido el refranero español: ‘Piensa mal y acertarás’.
Puede que todo tenga una explicación más sencilla y que la culpa de todo sea del cha-cha-cha, como vaticinó a finales de los 80 Gabinete Caligari.
Señor presidente, la mayoría de los españoles merecen que acuda al Congreso y explique por qué ha pasado lo que ha pasado y qué medidas se van a tomar, si es que se toma alguna que no se la de brindar con cava por Illa, otro mentiroso compulsivo que hacer honor a la escuela de la que sale porque se le llenaba la boca en campaña en hablar del plurilingüismo y de un gobierno que represente a todos, y a las primeras de cambio se deshace de la bandera española y se olvida de hablar en español.
La mayoría de los ciudadanos, que por si no lo sabe son más que esa minoría independentista con la se acuesta, tienen derecho a saber por qué el Centro Nacional de Inteligencia, que depende de su ministra Robles, ha parecido un complejo de tontos que no se entera de nada, y por qué su ministro Marlaska apartó a la Guardia Civil y a la Policía Nacional del dispositivo para dejarlo todo en manos de unos Mossos más que sospechosos de pasarse las leyes españolas, o sea las de todos, por el forro de la entrepierna. O, insisto, ¿es que fue eso lo que ordenó para que todo ocurriera como sucedió?
Dé la cara presidente y deje que le miremos a los ojos y a ese rostro de hoyuelos tan manos que se le forman cuando habla y sabe que se está burlando de todos como un bufón de nivel. O hágalo por carta, pero díganos que le parece todo este asunto que ya le digo yo que no es un bulo ni fango.
¡Ah! Y no vaya a caer en la tentación de su vicepresidenta, la extravagante y excesiva María Jesús Montero, de decir que lo importante es lo que ocurrió ese día dentro del Parlamento. Bromas las justas.
Un artículo de calado que habla del sentir de millones de españoles independientemente de su ideología. Bromas las justas y la cosa hace rato que pasó de claro a oscuro desde Granada o Pernanbuco.