La sabana africana los condenó

21 de mayo de 2024
5 minutos de lectura
La sabana africana

En la sabana africana, el calor era insoportable, la carencia de árboles hacía que los obreros que trabajaban en la construcción de aquel adosado a la gran mansión, se turnaran para tomar aire y poder continuar después con el trabajo.

No sabían quién era el dueño de esa gran casa que desde hacía meses se estaba construyendo, simplemente se dedicaban a cumplir con su cometido, a cambio de un buen salario y sin preguntas, esa orden, fue de obligado cumplimiento.

Eligieron esa zona para vivir, lejos de la civilización, entre Tanzania y Kenia, los pocos arboles y las plantas en esas enormes extensiones daban una visión de estar solos frente a todo, pero muy cómodamente pertrechados, con un séquito de sirvientes. Habían estudiado bien el terreno y respetaron los pasos de los animales, cuidaron no interferir en sus rutas, como el antiguo camino de los elefantes, que hacía décadas cambiaron y a pesar de su memoria, jamás volvieron a pasar.

La extensión de esa propiedad era enorme y por eso, una de las más codiciadas para poder ocultarse de la civilización, era la que a los nuevos dueños les interesó desde el principio.

Por fin se terminó la gran mansión y esa noche recibieron a sus legítimos propietarios, una noche de esas oscuras sin luna en dos avionetas cargadas de maletas, cajas y baúles. Venían de un país muy lejano pero muy acostumbrados al calor, al cielo azul y a las paredes decoradas con esos azulejos de múltiples colores, que cubrían gran parte de las estancias, en algunas de esas magníficas mansiones, típicas de esa tierra.

Él había sido un poderoso mandatario allí junto con su mujer, la gran anfitriona, tenían dos hijos que estudiaban en otro país.

Solo los veían en vacaciones

Todo parecía normal y ya pasado un tiempo el patrón, como le llamaban, y su mujer, comenzaron a sentirse a gusto y confiados, así que con sus características fiesteras decidieron poner en práctica su caudal de alegría contenida hasta entonces. Eran conocidos, en su tierra por sus extravagancias, no les agradaba pasar desapercibidos, les gustaba hacerse notar, aunque ahora se propusieron para cumplir con el guión, que sería muy diferente.

Intentarían olvidar aquel día que a escondidas decidieron abandonar su país por culpa de aquellos negocios que crearon con ayuda de sus múltiples afines y sus amigos de correrías, y que al ser descubiertas todas sus “flaquezas”, estaban ya marcados y condenados a devolver lo ilícitamente conseguido, esas ganancias fraudulentas, contratos falsos, blanqueo de capitales, etc… Lo habían abarcado todo, sin el menor escrúpulo.

Con pena, pero con muchas ganas de huir del cerco al que estaban siendo sometidos y viendo cómo se cerraba el círculo sobre ellos, la solución, como todos los cobardes, fue huir antes que fuese demasiado tarde.

Así que esa noche ellos desaparecieron de su residencia para siempre, gracias a sus testaferros. ¡No se fueron desnudos! Lo tenían todo previsto. Con una nueva identidad y sus “riñones” bien cubiertos, desaparecieron. Dicen que el dinero es fácil de seguir? Pues en este caso ¡No! Vivían como reyes y se rodearon de algunos con sus mismas características de “honradez” viviendo en países lejanos.

Pasaron los meses y disfrutaban de los safaris, la caza y las fiestas, además se rodearon de los que vivían en la zona muy al estilo de su vida, donde ellos habían vivido. El lugar que les transportaba era el lago Nakuru, con esa imagen rosa de la multitud de flamencos, parecía una gran extensión de un campo de rosas.

Siempre sonaban las guitarras y la añoranza de su tierra era cada vez más fuerte. Decidieron que para celebrar los cinco años de estancia en ese país, tendrían una gran fiesta y se les ocurrió hacerlo como si se tratase de la mismísima Feria de Sevilla.

Todos los poderosos se presentaron al gran espectáculo con muchas ganas de juerga, no sabían que para muchos sería su última fiesta.

Las esmeraldas colombianas abundaban en los collares y joyas de las señoras, se respiraba riqueza, también mal gusto en algunos, muchos eran originarios de otros países y todos gozaban de un poder económico inigualable que no ocultaban, al contrario, se jactaban de ello. La fiesta estaba siendo de derroche total y animación al máximo, no faltaba de nada, más bien sobraba de todo…

A eso de las cuatro de la madrugada, muchos borrachos y otros colocados con sustancias varias, dormitaba en los sofás. Otros se refrescaban en la gran piscina, en los dormitorios las camas “redondas” ofrecían un espectáculo muy variopinto, no era ningún secreto para ninguno de sus asistentes terminar así, ese era el colofón final, nadie conoce a nadie, pero todos son íntimos.

No se dieron cuenta pero, en un momento, una gran estampida de elefantes, como si escapasen de algún peligro inminente con sus trompas en alto, emitiendo sonidos de aviso de ataque, destrozaron los muros, las rejas, entrando en manada, y las hembras que ejercen de matriarcas, junto a los adultos y crías, pasaron derrumbando paredes por encima de todo y de todos, nada ni nadie les podía impedir el paso, pasaban sobre las magníficas construcciones y sobre las personas que quedaban aplastadas, heridas o aprisionadas debajo de los inmensos cascotes.

La muerte se fue instalando en aquel lugar y los gritos sonaron en toda la sabana, y a esos gritos acudieron los depredadores al olor de la sangre, esa noche se alimentaron bien. Las distancias eran enormes y parece ser que nadie pudo dar la voz de alarma.

Al día siguiente, cuando aparecieron los trabajadores y obreros, solo pudieron dar cuenta del terrible espectáculo que apareció ante sus ojos, cuerpos destrozados, muchos desaparecidos y los pocos que sobrevivieron, quedaron tan impactados que fueron trasladados a sus lugares de procedencia.
Solo querían dejar atrás el horror vivido en ese pais, pero la tragedia quedó grabada para todos los que sobrevivieron en sus mentes y quedaron marcados con lesiones terribles.

Se diseminaron por otros países, muy callados, para no llamar la atención y jamás regresaron a su lugar de origen por ser personas marcadas por esa corrupción a la que sometieron a sus países robando sin freno alguno.

Nunca más regresaron a África y jamás hicieron comentario alguno de aquel terrible suceso.
Los patrones no volvieron a vivir otra feria de Sevilla.
!Esa fue la última!

Ni las joyas, ni las esmeraldas, ni los brillantes, ni ese oro, ni las posesiones, el poder y el dinero, nada de eso, les devolverían la vida a los muertos, ni a esas personas perdidas, devoradas por las fieras.

El dinero les sirvió para poder conseguir una movilidad física, menos dolorosa y más parecida a la que tuvieron antes de perder la dignidad, la conciencia y que, por conseguir poder,
olvidaron todos sus principios.

El destino, que está escrito para todos, se cobró con la misma avaricia que ellos emplearon para esquilmar a los ciudadanos donde ellos tocaron poder.

Una durísima moraleja, nunca estamos libres de las garras de los depredadores, el destino siempre se cobrará, con intereses, todo lo sembrado.

3 Comments

  1. Una historia con moraleja: como también se suele decir “la vida te devuelve con creces lo que le das” o como en este caso sería “te quita con creces lo que tú a otros has quitado”.

  2. Pues más de uno ya está perdiendo el tiempo en arrancar el avión y plantarse de nuevo en Republica Dominicsna y dejarnos en paz a los que cada mañana madrugamos para levar anclas de este barco que se va a pique y volver a la esperanza de vivir en un país que crece y prospera que es la única motivación para que aquellos que generan empleo con sus vidas hipotecadas abran cada mañana bien temprano cuando todavía es de noche sus negocios sus empresas (algunas permanentemente abiertas) Cuando estos se vayan cansando de hacerlo cada día de dónde van a sacar para mantener un país que sea digno para todos ?

  3. Sería maravilloso que todos los ladrones terminarán así, por desgracia, ahora, empiezan a dar vueltas por los juzgados y… aquí no pasa nada. Ninguno se instala en la senda de los elefantes para que puedan ser pisoteados, que va.
    Lo que pasa ahora no es ningún cuento, ninguna película, es simplemente un una gran pandilla arrasando con todo lo que han apartado los que trabajan y cumplen religiosamente con sus obligaciones.
    Aquí no pasa nada, los veremos en otro lugar viviendo con lo que se llevaron y los demás a volver a empezar.

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