2025 quedará fijado en la memoria colectiva como un año desbordado de acontecimientos extremos, decisiones polémicas y giros históricos. Desde la muerte de un Papa reformista hasta un apagón inédito, pasando por guerras comerciales, protestas juveniles globales y terremotos culturales, el planeta pareció avanzar a trompicones, sin tiempo para asimilar una noticia antes de que estallara la siguiente.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca marcó el tono del año desde enero. En cuestión de semanas, el presidente estadounidense reavivó una guerra arancelaria contra Europa, imponiendo gravámenes a sectores clave como el acero, el automóvil y la agricultura. La Unión Europea respondió con dureza, y el choque comercial no solo tensó las relaciones diplomáticas, sino que sacudió mercados y avivó el temor a una nueva era de proteccionismo global.
En abril, el mundo católico quedó huérfano. El Papa Francisco falleció a los 88 años tras semanas hospitalizado, dejando un legado marcado por la defensa de los migrantes, la austeridad y la transparencia en el Vaticano. Su funeral congregó a líderes y fieles de todo el mundo, y apenas días después, la Iglesia sorprendió al elegir por primera vez a un Papa nacido en Estados Unidos: Robert Francis Prevost Martínez, con raíces españolas y un cónclave sorprendentemente breve.
España vivió uno de sus días más insólitos el 28 de abril, cuando un apagón masivo dejó al país prácticamente a oscuras durante horas. Radios a pilas, velas y caminatas interminables definieron una jornada que, pese al caos, transcurrió sin grandes incidentes. El suceso abrió un debate profundo sobre el modelo energético, mientras muchos hogares comenzaron a prepararse para futuras emergencias como si el apagón hubiera sido un ensayo general.
El verano agravó la sensación de fragilidad con la peor temporada de incendios forestales en décadas. Más de 400.000 hectáreas ardieron en España, una cifra récord atribuida al abandono rural y a la falta de gestión forestal. Como tantas veces, la catástrofe vino acompañada de un cruce de reproches entre administraciones, incapaces de ofrecer una respuesta coordinada ante un problema estructural.
En el plano político, España se vio sacudida por un tsunami de corrupción que cercó al entorno del presidente Pedro Sánchez. Lo que comenzó años atrás estalló con toda su crudeza en 2025: familiares imputados, antiguos hombres fuertes del PSOE entre rejas y una red de presuntas irregularidades que puso en cuestión el discurso regenerador que llevó al actual Gobierno al poder.
A este clima se sumó un hecho sin precedentes: la condena a un fiscal general del Estado en ejercicio. Álvaro García Ortiz fue inhabilitado por revelación de secretos en un caso de alto voltaje político, desatando un intenso debate sobre la independencia judicial, el papel de la Fiscalía y las relaciones entre poder, prensa y tribunales.
En el ámbito internacional, La Haya fue escenario de una cumbre decisiva de la OTAN. Los aliados acordaron elevar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB, presionados por la guerra en Ucrania y la amenaza rusa. España quedó aislada al rechazar ese aumento, una decisión que provocó choques directos con Trump y amenazas de represalias que tensaron aún más la posición internacional del país.
Mientras tanto, una ola de protestas juveniles recorrió el planeta. La Generación Z tomó las calles desde Nepal hasta Latinoamérica, impulsada por redes sociales y por un hartazgo común frente a la desigualdad, la corrupción y el lujo obsceno de las élites. En Nepal, la revuelta fue fulminante: en apenas 24 horas, el presidente cayó.
El conflicto en Gaza marcó uno de los momentos más oscuros del año. En septiembre, una comisión de la ONU concluyó que Israel había cometido genocidio contra el pueblo palestino, en un contexto de miles de muertos, hambruna y bloqueo humanitario. Aunque un alto el fuego entró en vigor en octubre, la devastación y la incertidumbre siguieron dominando la vida en la Franja.
La cultura tampoco escapó a la política. El Festival de Eurovisión vivió un cisma histórico cuando cinco países, entre ellos España, anunciaron su boicot a la edición de 2026 por la participación de Israel. El certamen, nacido como entretenimiento, volvió a mostrar su transformación en un campo de batalla diplomático y moral, con un debate aún abierto en Europa.
En el otro extremo del foco mediático, Rosalía se consolidó como fenómeno global. Su disco Lux fue celebrado por crítica y público, y cada gesto —desde presentaciones sorpresa hasta eventos exclusivos— confirmó que su impacto trasciende la música para convertirse en un acontecimiento cultural y social de alcance planetario.
El año se cerró con una decisión que podría marcar época: Australia prohibió el acceso a redes sociales a menores de 16 años. La ley, impulsada tras casos trágicos vinculados al uso de plataformas digitales, obligó a las grandes tecnológicas a asumir responsabilidades y abrió un debate internacional que ya resuena en Europa. Así terminó 2025: con el mundo preguntándose si, después de tanto ruido, aún es posible recuperar el control.
Buen resumen de lo mejor y peor del año