La UNESCO inscribió el 10 de diciembre de 2025, en Nueva Delhi, la representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en Iztapalapa (México) en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Se reconoce así una de las expresiones religiosas y comunitarias más importantes de México.
Cada Semana Santa convoca a millones de personas y se mantiene desde hace 182 años gracias a la organización de los habitantes de la demarcación. Por ello, autoridades culturales y el Gobierno de la Ciudad de México celebraron la inscripción. Por ejemplo, la presidenta Claudia Sheinbaum felicitó a la jefa de Gobierno Clara Brugada, responsable de inscribir formalmente esta tradición ante la UNESCO.
Según recoge El Heraldo de México, la Secretaría de Cultura, a través del INAH y la Unidad de Culturas Vivas, subrayó el valor histórico, social y cultural de esta manifestación transmitida durante generaciones. La secretaria de Cultura federal, Claudia Curiel de Icaza, afirmó que es:
«Un reconocimiento histórico que honra casi dos siglos de tradición, fe, identidad y organización comunitaria»
Además, la alcaldesa de Iztapalapa, Aleida Alavez Ruiz, celebró la declaratoria y remarcó el origen comunitario de esta expresión. Expresó:
«Muchas gracias a nombre de nuestro pueblo Iztapalapa. Nuestra pasión es vida, es pueblo, es historia. Lo que nació en nuestras calles late más allá de ellas, cruza mares y continentes»
Destacó que esta tradición surgió del “latido humilde de una comunidad” y que hoy se ha transformado en un legado compartido:
«Durante 182 años, esta pasión que ha sido un acto colectivo tejido con fe, con memoria y con el trabajo silencioso de miles de manos se transforma en una ofrenda que une a Iztapalapa con el planeta entero»
Recordó que es un esfuerzo que involucra a actores, organizadores, familias y vecinos, quienes mantienen viva una representación que trasciende lo religioso. Añadió que estas manifestaciones, cuando se sostienen “con devoción, con historia y con unidad”, pueden convertirse en herencia universal.
Con la inscripción, la representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa se consolida como un patrimonio vivo cuya permanencia se apoya en la memoria colectiva y la participación de miles de personas que cada año preparan la escenificación.