Hoy: 26 de noviembre de 2024
Allegados de Marcelino, un vecino de Salobreña con esclerosis múltiple, están promoviendo una recogida de firmas para reclamar al Ayuntamiento que haga accesible el acceso a la playa para las personas con movilidad reducida, ya que aseguran que “también tienen calor, ganas de bañarse” y derecho a “sentarse en la orilla a contemplar el mar”.
Reclaman concretamente que se alargue la pasarela hasta 3 o 4 metros de la orilla como tienen ya muchas playas de España, pues actualmente las personas con movilidad reducida tienen que ser llevadas en brazos por parte de familiares, amigos o socorristas para que puedan acercarse al mar.
La iniciativa ha recabado desde el 1 de julio en torno a 35.000 firmas a través de la plataforma change.org y los amigos de Marcelino también están organizando una concentración para próximas semanas con el objetivo de que el Ayuntamiento de Salobreña les “escuche” y acometa esta intervención.
Debido a su enfermedad degenerativa, hace años que Marcelino necesita una silla de ruedas para desplazarse y cuando va a la playa, como la pasarela está a más de 30 metros de la orilla, tiene que ir por la arena pero es imposible: “la silla se queda clavada y no podemos avanzar”, lamentan.
Recuerdan que las personas con movilidad reducida “también tienen verano, sienten calor y ganas de bañarse”. “También quieren sentarse en la orilla y contemplar el mar, pero en Salobreña no pueden”, advierten. Censuran así que, “tras pedírselo una y otra vez”, el Ayuntamiento siga sin ampliar la pasarela para garantizar la accesibilidad alegando que “no hay presupuesto”.
Le reclaman que “deje de mirar hacia otro lado y alargue la pasarela hasta 3 o 4 metros de la orilla, como tienen ya muchas playas de España” pues no sólo las personas en sillas de ruedas sufren esta “discriminación” sino también las personas mayores con problemas de movilidad que también “se encuentran con esta barrera”.
Los vecinos afirman que “la última respuesta que obtuvo Marcelino del Ayuntamiento fue que no había presupuesto”. “¿De verdad hay dinero para organizar festivales pero no para cumplir con los derechos de las personas con discapacidad?”, se preguntan.