Un corazón herido puede dejar cicatriz… incluso en la siguiente generación. Así lo sugiere un revelador estudio publicado en la prestigiosa revista Circulation por investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) y la Universidad de Berna (Suiza). El trabajo, liderado por Nadia Mercader, arroja luz sobre un fenómeno poco explorado: cómo una lesión cardíaca en los padres puede influir en la salud cardíaca de sus hijos, incluso antes de que nazcan.
Sabíamos ya que un historial familiar de infarto aumentaba el riesgo de enfermedad cardiovascular. Pero lo que no estaba claro era si el propio daño cardíaco en un progenitor podría provocar cambios biológicos transmisibles. Ahora, gracias a este estudio con modelo experimental en ratones, parece que la respuesta es sí.
La investigadora Benedetta Coppe, primera autora del estudio, lo explica con claridad: “La descendencia de los padres lesionados mostró diferencias en el desarrollo del corazón, con una expansión transitoria del ventrículo izquierdo durante las primeras semanas de vida. Esto nos sorprendió, ya que la única diferencia entre las crías era el hecho de que, en un grupo, el padre había sufrido una lesión cardíaca y, en el otro, el padre no estaba lesionado”.
Pero eso no fue todo. Los ratones descendientes de padres con daño cardíaco no solo tenían un corazón diferente, sino que también respondían de forma distinta al estrés cardíaco. Según Mercader, estos mostraban un remodelado cardíaco mejorado, con una mayor eficiencia en la expulsión de sangre por minuto.
Y aún hay más: también se observó una mejor recuperación metabólica tras la lesión. En lugar de acumular lípidos dañinos en el tejido cardíaco, como suele suceder, los descendientes de los padres lesionados los tenían en menor cantidad. En palabras de la investigadora: “Curiosamente, la descendencia de padres lesionados acumuló menos lípidos en el tejido cardíaco después de la lesión cardíaca y se observó una mayor cantidad de lípidos en la circulación sanguínea. En conjunto, estas observaciones sugieren una recuperación metabólica mejorada”.
Todo esto apunta a que una cirugía cardíaca o daño en edades tempranas no solo tiene efectos duraderos en quien la sufre, sino que deja una especie de ‘memoria biológica’ que se transmite a sus hijos. Aunque por ahora esto solo se ha observado en ratones, los hallazgos podrían revolucionar la forma en la que se interpreta el historial médico familiar.
Esta investigación ha sido financiada por el programa europeo Horizonte 2020 y por la Universidad de Berna, y abre una nueva vía para entender mejor los mecanismos hereditarios de las enfermedades cardiovasculares, así como para reforzar el papel de la anamnesis en la medicina preventiva.
Un descubrimiento que, aunque sorprendente, tiene un mensaje esperanzador: el cuerpo, incluso después del daño, no solo aprende… también enseña.