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Tumbas sin señal

Seguimos a Jesucristo porque su persona y su doctrina, su quehacer y sus maneras, encienden todo aquello que uno desea ser sin haberlo conseguido todavía. La mansedumbre bondadosa es el candelabro con el que va iluminando la presencia de los oscuros, la irrelevancia de los leprosos, la angustia de los enfermos, la soledad de los muertos. Pero con los fariseos no puede: cada vez que se le enfrenta alguno con la hipocresía de sus argumentos o con la conducta mentirosa de sus acciones, saca de sí la que puede ser considerada como una fuerte pedagogía de enseñanza.

En el capítulo 11 del evangelio de San Lucas, trasladamos aquellos desprecios de Jesús por los fariseos de hoy en los que son capaces de exigir impuestos que ellos no pagan, cargas en los demás que ellos no soportan, mentiras que imponen como verdades… Preciosamente concluye Jesús rotulando a estos personajes como “tumbas sin señal, que pisa la gente sin saberlo”.

A la tumba irán sin que nadie les identifique como bienhechores; sin cruz y sin obras serán pisados por el tiempo y el olvido. Sólo las campanas tañerán a gloria cuando se hayan ido.

pedrouve

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