¿Cómo es el presidente Donald Trump? “Yo tuve un padre que era una personalidad alcohólica. Trump es una personalidad alcohólica». ¿Y el vicepresidente James David Vance? “Es un teórico de la conspiración». ¿Elon Musk? “Un «bicho raro». ¿Pam Bondi, la fiscal general? «Falló» en su gestión del caso de Jeffrey Epstein, el magnate financiero y delincuente sexual estadounidense.
Susie Wiles, la jefa de gabinete de Trump, concedió 11 entrevistas a los periodistas de la revista norteamericana Vanity Fair durante el primer año de mandato del presidente. Y ahora ha elaborado un reportaje espectacular. Wiles ha calificado la historia como un «artículo de ataque engañosamente enmarcado» que omitió «contexto significativo». Pero no desmintió ninguna de sus afirmaciones.
Este retrato de algunos de sus colaboradores está circulando al tiempo que las promesas de Trump sobre la mejora de las condiciones de vida tras la era Biden se estrellan con la realidad de una economía que sufre una desaceleración y un incremento del desempleo. Precisamente, el dato sobre empleo del mes de noviembre, publicados el pasado martes 16, eleva la tasa de paro al 4,6 por ciento, la mayor en más de cuatro años.
Pero Trump vive en su propia realidad. “Esta noche [ por el miércoles 17] después de once meses [desde que asumió la presidencia] nuestra frontera está segura. La inflación se ha detenido. Los precios han bajado. Nuestra nación es fuerte. He resuelto ocho guerras en diez meses, destruido la amenaza nuclear iraní y puesto fin a la guerra contra Irán. He llevado la paz a Oriente Próximo por primera vez en 3.000 años y he liberado a los rehenes, tanto vivos como muertos”.
Quizá la apreciación de Susie Wyles -a la que el presidente ha respaldado ante Vanity Fair- sea la más sensata. O quizá tenga razón el nobel de Economía norteamericano Paul Krugman: “Está loco”.
Krugman señala: “El dato de noviembre es como mínimo de pre-recesión, aunque es todavía muy pronto para declarar que ya estamos en recesión. Tenemos que estar seriamente preocupados ante una recesión que se aproxima”.
Pero quién indudablemente ha percibido la situación ha sido el propio Trump porque ha sido él quien ha decidido dirigir un discurso a la nación un día después de que se conociera el dato del paro, retrasado por el cierre del gobierno.
Antes de su alocución, circuló en Washington el rumor de que Trump hablaría sobre Venezuela. Pero no dijo una palabra.
Es que ya el pasado martes, el presidente lanzó una nueva explicación de lo que está haciendo -y quizá de lo que va a hacer- con Venezuela. El despliegue de dos portaaviones, 10.000 soldados y 6.000 marines frente a la costa venezolana desde el pasado mes de agosto ha propiciado veintisiete ataques contra presuntos narcoterroristas, con un saldo de noventa y cinco muertos, sin que hasta el momento la Administración Trump haya aportado prueba alguna sobre los hechos.
El paso siguiente ha sido detener un barco que transportaba petróleo y declarar el bloqueo de todos aquellos barcos que exportan petróleo desde Venezuela. Según el periódico The Wall Street Journal, la Armada norteamericana tiene como objetivo cerrar el mercado negro de petróleo venezolano que asciende a 8.000 millones de dólares, equivalente a un 70% de las exportaciones de petróleo de Venezuela.
Según Trump, el plan de su administración es recuperar lo que se le ha robado a EEUU: el petróleo. ¿A qué se refiere? A la nacionalización de la industria petrolera que decretó el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez en 1976.
“Nos quitaron todos nuestros derechos energéticos. Nos robaron todo nuestro petróleo no hace tanto tiempo. Y lo queremos de vuelta. Se lo llevaron ilegalmente. Nos quitaron las tierras, todo lo que teníamos, porque había un presidente que quizá no estaba atento [en 1976 el republicano Gerald Ford perdió las elecciones ante el demócrata Jimmy Carter]. Pero no van a salirse con la suya. Lo queremos de vuelta”, escribió Trump el pasado miércoles, 17 de diciembre.
Da la impresión de que, si bien el plan está trazado para emprender una nueva guerra del petróleo -el de la apropiación de las grandes reservas venezolanas- su timing dependerá de la evolución de la crisis interna de la Administración Trump. De momento, Trump ha conseguido esta semana ganar en dos votaciones, en la Cámara de Representantes, alejar, como proponía el partido Demócrata, la obligación de pedir autorización para ir a la guerra abierta por el cambio de gobierno en Venezuela.
Pero Venezuela encaja en un puzle más amplio donde la posible recesión, la caída de su popularidad, las revelaciones sobre su amistad y frecuentes relaciones con el delincuente sexual Epstein, y la cercanía de las elecciones legislativas de medio término, en noviembre de 2026, determinarán el momento.
Quizá haya que revisitar aquella película de Barry Levinson sobre el espectáculo de la guerra Wag the dog que en España se proyectó con el título de Cortina de Humo. Aquella en la que se inventan una guerra falsa para desviar la atención de un escándalo sexual del presidente.