Sistema educativo. Apaga y vámonos

3 de julio de 2023
4 minutos de lectura
Alumnos durante las pruebas de Selectividad.EP/

JOSÉ Mª COTARELO ASTURIAS

Marta siempre fue una niña aplicada en sus estudios; sus notas se movían casi siempre entre matrículas de honor y algún sobresaliente. Pero un buen día se encontró con el examen de matemáticas de la EBAU (en Andalucía PEVAU) del que, como otros muchos compañeros, salió llorando. Tenía claro los conceptos y lo que sabía y muchas expectativas puestas en sí misma. Esperaba conseguir una buena nota para poder elegir la carrera de doble grado de informática y matemáticas que tanto le gustaba, aunque hubiese dado lo mismo que eligiese medicina. El punto P, los vectores, hallar la prima de F o las matrices tuvieron la culpa.

El debate sobre el desastre educativo en España no es nuevo y nadie parece querer hacer nada por cambiarlo. Hoy mismo escuchaba a un locutor de radio lamentarse de ser víctima y damnificado de la ESO. Los docentes de todos los ciclos se quejan, a pesar de hacer lo que pueden (o les dejan). El problema parece tener varias patas cojas: el hecho de que haya distintos grados de dificultad entre las diversas comunidades autónomas, creando tantos sistemas educativos como autonomías, las notas infladas de algunos en concreto, la mediocridad en contenidos, entre otros.

Se queja parte del alumnado de que las integrales las han visto de pasada ¡en un solo día! ¿Qué será de ellos cuando lleguen, si llegan, a las carreras técnicas? Seguir llorando. El “relax” en los distintos métodos educativos, la palpable degeneración de los mismos, el orden de prioridades no siempre acertado o una base pobre nos hace recordar lo de ” de aquellos barros, estos lodos”. Y si a eso le sumamos que los textos de los libros cuentan con “ediciones especiales” según el consejero, o la comunidad de turno, apaga y vámonos.

Da la extraña sensación de que todo estuviese orquestado con fines cuanto menos sospechosos o espurios. En este caso, la denuncia fue el examen de matemáticas, pero el hecho es que las nuevas generaciones de universitarios llegan con faltas de ortografía, impensables pocos años atrás, sin saber redactar un examen (cuando no son tipo test) y con enormes lagunas culturales, históricas o geográficas de su propio país. Es una amarga queja de los profesores universitarios.

Hay culpas para repartir a diestro y siniestro, como el hecho de tratar de reducir por todos los medios las repeticiones de curso y así acercarse a los objetivos fijados por la Unión Europea y la UNESCO, lo que justifica de algún modo que se pueda aprobar con faltas de ortografía o sin saber los más elementales principios. Las tasas de abandono escolar, que no hace mucho eran del 23%, también son de las más altas de la UE y su disminución se convirtió en prioridad absoluta, a cambio de… Los objetivos son los objetivos, olvidando tal vez que la educación es la mejor garantía para hacer frente al futuro.

El hecho de que un 60% del alumnado manifieste que cuando salen de la universidad no tienen la preparación suficiente para realizar su actividad es significativo y evidencia una disonancia entre lo educativo y lo productivo. España, año tras año lidera, por la parte de abajo de la lista el informe PISA y el de la OCDE, dejando en evidencia nuestras notables lagunas y dando a entender que nuestro modelo o modelos, o están obsoletos, o mal diseñados o puede que, hasta incluso ideologizados.

Los continuos cambio en los planes de estudio, las continuas modificaciones a las leyes orgánicas educativas desde 1980, los muchos tiempos perdidos en las clases por diversos motivos, la cultura de la inmediatez y la falta de atención fomentada por el gran número de estímulos en internet y las redes sociales y un largo compendio de otras carencias, tampoco han ayudado mucho a la mejora del sistema, ni al estímulo de docentes ni de alumnado, convertidos muchas veces en el reflejo inesperado de la propia sociedad en la que viven y que ven con preocupación cómo se sacrifica el nivel de estudios por los objetivos señalados más arriba. Esto evidencia la necesidad urgente de un profundo cambio en el panorama educativo ya que los resultados oficiales para nada indican que el alumnado de ahora aprenda más que el que lo hacía hace treinta años.

No sé qué hubiera hecho en esta prueba el caballo de Clever Hans, al que su dueño le había enseñado aritmética a principios del siglo XX a cambio de una ración extra de cebada.

¿Qué será de las expectativas de Marta, ahora truncadas? Aquí la cebada tal vez habría que dársela a los jumentos que diseñan esta amalgama de enseñanzas variopintas que confunden, desorientan y frustran a futuros científicos, doctores o universitarios de diversa índole.

A lo mejor es que los que tienen que tomar decisiones nunca pasaron por la universidad y sólo les hizo falta la permanencia y afiliación a la organización política de turno. A lo mejor en España no sabemos construir sobre los logros de un partido político opuesto al nuestro
en aras del bien común, en lugar de dar bandazos legislativos con cada nuevo gobierno, a costa, en este caso, de la educación de la infancia y la juventud española.

Ya hemos visto que los informes de datos sobre el sistema educativo español a nivel internacional no son muy halagüeños y no nos sitúan ni siquiera a nivel comunitario en muy buen estado. Nuestra sociedad no se beneficia en modo alguno de la manipulación de los resultados académicos, ni del pan para todos al que se suman de un modo significativo muchos servicios privados, previo pase por caja. No sé si me explico.

Si a esto le añadimos la fuga de intelectuales de aquellos que no encuentran trabajo decente en su país o si lo hacen es con salarios precarios y se marchan a otros lugares a buscar empleo digno desarrollando lo que han aprendido en el suyo, estamos apañados. Una muestra más del respeto por lo público que existe en nuestro país, en el que una inversión semejante se deja escapar para que la aprovechen otros. Así nos va. No quiero pensar, como decía la periodista y escritora Juana Manso hace más de 150 años, que “se quiere al
país sumido en la ignorancia para dominarlo mejor”. Igual hay que hacerle la EBAU al propio sistema. Más alfalfa, pero ¿para quién?

5 Comments

  1. El actual sistema educativo es una fábrica de analfabetos, carecen de formación humanísticas, técnica, científica, , he visto entrevistas de estudiantes que iban a comenzar en la universidad que no sabían poner un país en un mapa, no sabían quién era un escritor puntero de nuestra literatura, que no sabían hacer operaciones matemáticas simples y eso es en lo que acabará este país en manos de analfabetos no porque ellos lo hayan querido si no porque no se les dio otra opción.
    La Universidad ha dejado de ser lo que siempre fue ahora, no quiero descalificarme, pero si lo veo y miedo me da verlo, en un futuro próximo nos gobernarán personas que si tienen que ir a Malí lo mismo secan para Nigeria! Total!, no saben ni dónde están

  2. Brillante y acertada reflexión. Como bibliotecaria constato esas lagunas y carencias en certámenes literarios y concursos de cuentos convocados en mi centro.
    Por otro lado doy fe del poco espíritu crítico en cuanto a su acercamiento hacia las fuentes de información y el desconocimiento a la hora de enfrentrase a trabajos de investigación.
    Creo que muchos profesionales estamos siendo testigos de una inmediatez cultural en cuanto a producción y consumo que está sacrificando , por desgracia, cada vez más la calidad.

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