Durante años, muchas mujeres han convivido con síntomas que se asumen como parte del día a día: agotamiento crónico, hinchazón persistente, cambios de humor sin razón aparente, caída del cabello, ansiedad, ciclos menstruales irregulares. Pero detrás de estas señales silenciosas puede esconderse un desequilibrio hormonal más común de lo que se cree, y que puede ser abordado si se detecta a tiempo.
El sistema hormonal actúa como el director de orquesta del cuerpo. Las glándulas segregan sustancias que regulan desde la digestión y el metabolismo hasta el estado de ánimo, el sueño o el ciclo menstrual. Pero cuando una o varias hormonas se desajustan, todo el cuerpo lo nota, según una información de Ariana Altuve, publicada en Diario Las Américas.
“Estaba comiendo bien, haciendo ejercicio y aún así me sentía hinchada y sin energía”, cuenta Laura P., una paciente diagnosticada con síndrome de ovario poliquístico (SOP), un trastorno hormonal que afecta a millones de mujeres en el mundo. “Pensaba que era normal, hasta que descubrí que la insulina y el cortisol estaban fuera de control.”
El primer paso es no normalizar estos síntomas. El segundo, acudir a un profesional médico especializado. Mediante un panel hormonal completo y análisis de sangre se puede saber con precisión qué hormona está fallando y cuál es el origen del desajuste.
Entre las pruebas recomendadas están: niveles de estrógeno, progesterona y testosterona; análisis de la tiroides; cortisol en diferentes momentos del día; insulina y glucosa en ayunas, además de marcadores inflamatorios, vitamina D y B12.
El tratamiento puede incluir desde ajustes nutricionales hasta suplementos personalizados o terapias hormonales, dependiendo de cada caso.
Cambiar la relación con el cuerpo también es parte del proceso. “Cuando empecé a escuchar lo que mi cuerpo me decía y dejé de culparme, comencé a sanar”, comparte Laura. “No se trata solo de suplementos o pastillas, sino de hábitos, descanso y compasión con una misma.”
Dormir mejor, evitar el estrés crónico, reducir el consumo de azúcar ultraprocesada y moverse regularmente pueden ayudar a mantener las hormonas en equilibrio.