Muchos disfrutaron, disfrutan y disfrutarán escuchando esos títulos de música de jazz parafraseados con tanta armonía en un libro tan aparentemente caótico como lo es Rayuela, de Julio Cortázar. Porque la música que descubrí aquí es alma.
Hablar de la improvisación jazzística, a pesar de que aplicamos el sentido del oído para escucharla, es algo etéreo que requiere del ingenio para describir las sensaciones que se impregnan en cada uno de nosotros gracias al ritmo de esas melodías. Esto es para mí el jazz escogido por este gran escritor porteño. Me parece que esas improvisaciones acompañan bien al desciframiento de la magia de esta novela.
Importa que para Julio Cortázar el jazz es símbolo de libertad auténtica. Y asemeja el swing del jazz al balanceo rítmico que le inspiran primero las palabras y que finaliza con la composición de la novela.
Él considera que aplica la misma libertad de los intérpretes de este género musical en su escritura. Un ejemplo es la estructura abierta de la novela.
La propia voz de nuestro gran compositor literario sale de ese personaje, escritor de profesión de edad avanzada, a quien bautiza con el nombre de Morelli. Mediante las notas morellianas podemos leer su exposición acerca de su idea especial del arte de la narración y sus incongruencias narrativas.
Es muy importante para Cortázar conectar con algunos lectores por medio de su swing. Así conseguirá insinuar a muchos otros valores a los que se llega por la inspiración que ocasiona el mensaje de su novela.
De hecho, su personaje principal de Rayuela, Horario Oliveira, busca de principio a fin una libertad que no encuentra en ningún continente donde vivió y de las consecuencias fatales sobre la no adaptación a la sociedad que nos dirige de manera constante.
Nuestro francés argentino es un gran referente por su capacidad de intelectual comprometido. Desde su niñez se sabe que fue un lector empedernido. Y sus etapas como escritor se sitúan: en una inicial centrada en lo estético; para situarse a continuación en un plano metafísico; y finalmente él mismo se considera un escritor comprometido con la política y la sociedad. Así que puede que de un verdadero intelectual se llegue a una predisposición hacia el conocimiento de lo bello. Y puede que la belleza sea aquella que no admite apenas críticas.
Recomiendo la edición del literato Andrés Amorós porque la mayoría de las referencias son supergenerosas y ayudan mucho a la comprensión de ese mensaje de libertad.
En resumen, Rayuela y el relato predecesor o resumido titulado El perseguidor me parecen bellísimas. No sé si apenas soy la melómana que Cortázar se atribuye en muchas entrevistas. Pero ese jazz que Cortázar ya conoció durante su juventud mientras vivía en Argentina me acompaña desde que lo conocí.
Es muy de agradecer a nuestro gran aficionado a este género de música el acceso a muchas de las mejores interpretaciones para guiarnos hacia la comprensión de ciertos sentimientos puros que nos son transmitidos por cada sonido. Esa comprensión pura del individuo y el resto de personas que conforman la sociedad es lo que pretende Cortázar.