Tomar antibióticos puede parecer algo rutinario, con una receta médica, unos días de tratamiento y alivio de los síntomas. Sin embargo, en el intestino ocurre algo más complejo. Cada ciclo altera el microbioma, esa comunidad de bacterias que influye en la digestión, el sistema inmune y el desarrollo de enfermedades.
Hoy, los investigadores analizan hasta qué punto ese desequilibrio podría relacionarse con el cáncer colorrectal, uno de los más frecuentes en el mundo.
Explicó Elena Elez, jefa médica de Oncología para Mercados Emergentes de Pfizer, en una información recogida por El Excelsior:
«El tratamiento antibiótico cambia la composición del microbioma intestinal, esto lo sabes, y por eso si han tomado antibiótico alguna vez, les han recomendado que se tomen probióticos para que no tengamos enteritis y demás»
La pregunta central es si los cambios en la flora intestinal pueden favorecer la aparición de lesiones premalignas en el colon. Comentó la oncóloga:
«La investigación más grande (sobre este tema) es la de las Enfermeras de Estados Unidos, en las que se ve si hay una toma acumulada de antibiótico por debajo de los veinte, treinta o cuarenta años, de más de dos semanas, sí que hay mayor riesgo de desarrollar adenomas, que son estas lesiones benignas que al final acaban desarrollando adenocarcinoma de colón»
Los adenomas son pólipos que, con el tiempo y la acumulación de mutaciones, pueden transformarse en cáncer. Detectarlos temprano es esencial. Aun así, algunos estudios sugieren que los cambios en el microbioma, que son provocados por antibióticos o por la dieta, podrían acelerar ese proceso en personas predispuestas.
Más allá del uso de antibióticos, los científicos investigan el papel de bacterias específicas en la evolución del cáncer colorrectal. Elez destaca un hallazgo de su propio equipo:
«Determinados tumores de recto que tienen la presencia de una bacteria que se llama Fusobacterium tienen mayor resistencia a tratamientos con quimioterapia y radioterapia»
Este hallazgo abre dos líneas de investigación. Por un lado, entender cómo las bacterias influyen en la agresividad del tumor. Por otro, explorar si los antibióticos podrían mejorar la respuesta a los tratamientos. Añadió:
«Hay algún estudio que dice que si se trata con antibióticos pacientes que tienen tumores con esta bacteria, puede que el tratamiento pudiera llegar a ser más eficaz»
A pesar de los indicios, la especialista es prudente:
«¿Hay evidencia que pueda llevarnos a recomendar o contraindicar el uso de antibióticos porque se puede desarrollar un cáncer colorrectal? No, no la hay suficiente»
Los resultados disponibles son contradictorios. Algunos estudios indican que los antibióticos podrían promover procesos inflamatorios que aumentan el riesgo. Otros sugieren un posible efecto protector en determinados contextos.
Lo único claro es que el microbioma es único en cada persona. La edad, el sexo, la dieta o la genética determinan su composición. Esa variabilidad hace difícil extraer conclusiones universales.
El impacto del microbioma varía según la población. Comentó Elez:
«Nosotros vimos que en España tenemos mucho Fusobacterium. Un 40% de nuestros pacientes tenían tumores fusobacterium positivos. En Estados Unidos era apenas un 20%»
Estas diferencias apuntan a que el entorno ambiental y los hábitos alimenticios también influyen en cómo las bacterias interactúan con la salud intestinal.
La investigación avanza en múltiples frentes, como son los estudios poblacionales, análisis genéticos y proyectos que integran inmunología y microbiología. El objetivo es identificar a los pacientes más vulnerables y diseñar estrategias de prevención personalizada.
Por ahora, la relación entre antibióticos y cáncer colorrectal sigue siendo una hipótesis prometedora, pero inconclusa. Lo que sí se sabe es que los antibióticos no son inocuos. Alteran el microbioma y provocan efectos que aún no comprendemos del todo.
La doctora Elez lo resume con claridad:
«En algunos pacientes el antibiótico lo puede promover, en otros lo puede proteger, porque cada microbioma es distinto»
El reto científico está en descifrar esos matices y transformarlos en estrategias concretas de prevención y tratamiento.