Los felices años que don Antonio Machado vivió en Soria, al amparo del amor y al puntual estallido de las primaveras que le llevaron de la mano a conocer a la niña de la pensión, su adolescente esposa, también proporcionaron al poeta sevillano la serena compañía de muchos amigos, entre los que destaca José María Palacio, esposo de una prima hermana de Leonor Izquierdo. Juntos fundaron El Porvenir Castellano y, tras la muerte de Leonor, Palacio cuidó de su tumba en ausencia del esposo que, desde Baeza, escribe al amigo un poema de nostalgias: “Por esos campanarios / ya habrán ido llegando las cigüeñas”.
De siempre me fascinaron las cigüeñas por su torpe elegancia al posarse en los nidos de las iglesias, por la fidelidad y por sus vuelos incansables buscando el acomodo de las temperaturas.
…Cerca de Madrid han encontrado muerta a una cigüeña después de volar sesenta mil kilómetros, anillada por el amor a su pareja y a sus nidos. Ha muerto a los trece años, ellas, que suelen vivir más de treinta, después de haber cumplido: en sus alas llevaba los abrazos del viento.