Es ese alimento universal que acompaña desde meriendas hasta cenas. Pero cuando se convierte en pan tostado, su popularidad alcanza otro nivel. Práctico, rápido y delicioso. Sin embargo, ¿es realmente saludable?
Tostar el pan en casa tiene sus ventajas: el índice glucémico se reduce, lo que ayuda a mantener niveles estables de azúcar en la sangre. Pero, ojo: si se tuesta de más y se quema, puede generar compuestos dañinos para la salud. En cambio, el pan tostado industrial suele estar más cargado de sal, conservantes y grasas añadidas, según una información del Diario Las Américas.
Al perder humedad durante el tostado, el pan concentra sus nutrientes… y sus excesos. Una rebanada de pan tostado puede tener más calorías y azúcares que su versión fresca. Y si hablamos de pan industrial, el contenido de sodio puede ser un problema para personas con hipertensión, enfermedades renales o niños.
Eso sí, el pan tostado no es el malo de la película. En su justa medida, puede aportar fibra y ayudar a controlar el colesterol. La clave está en leer etiquetas y evitar convertirlo en un alimento diario. Lo ideal: pan fresco integral, tostado en casa con cuidado.
Según Jamie Gnau, profesora de ciencias biomédicas en Missouri State University, los panes más saludables son los integrales y los de masa madre. Gracias a sus harinas poco refinadas, aportan fibra, vitaminas del grupo B, potasio y magnesio, sin disparar el azúcar en sangre como lo hacen otros panes más procesados.