Mozart odiaba el sonido de las flautas. Solía decir que sólo había una cosa más perniciosa que una flauta, dos flautas. Y se negó siempre a componer cualquier tipo de música que incluyera su sonido que para él debió ser algo así…
Sus historias, grabadas en el fluir constante del río, son un testimonio perdurable de la lucha y la resiliencia, de aquellas que, con su trabajo silencioso y constante, contribuyeron a dar forma a la vida cotidiana de Madrid…