Hoy: 22 de noviembre de 2024
En un futuro bastante próximo, las olas de calor marinas serán muy habituales en el Ártico, y además serán producto de mayores emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero. Así lo expone un estudio que acaba de publicar la doctora Armineh Barkhordarian, perteneciente al Grupo de Excelencia para la investigación climática CLICCS de la Universidad de Hamburgo, según Europa Press.
Esto se debe a que desde 2007 condiciones en el Ártico han cambiado, así lo confirman los datos publicados recientemente en la revista Communications Earth & Environment. Entre 2007 y 2021, las zonas marginales del Océano Ártico experimentaron 11 olas de calor marinas, que produjeron un aumento de temperatura promedio de 2,2 grados Celsius por encima de la norma estacional y duraron un promedio de 37 días. Desde 2015, todos los años se han producido olas de calor marinas en el Ártico.
En el año 2020 tuvo lugar la ola de calor más potente hasta la fecha en el Océano Ártico, que continuó durante 103 días, con temperaturas máximas que superaron en cuatro grados centígrados el promedio a largo plazo.
El equipo del Clúster de Excelencia CLICCS, liderado por Barkhordarian, ha calculado que la probabilidad de una ola de calor de este tipo sin la influencia de gases de efecto invernadero antropogénicos es inferior al 1%. Un hallazgo que ha reducido significativamente el número de escenarios climáticos plausibles en el Ártico. Los resultados del estudio proveen que las olas de calor marinas anuales se conviertan en la norma.
En el estudio, Barkhordarian también demuestra por primera vez que las olas de calor se producen cuando el hielo marino se derrite temprano y rápidamente después del invierno. Esto lleva a que se puede acumular una cantidad considerable de energía calorífica en el agua cuando se alcanza la radiación solar máxima en julio.
“En 2007 comenzó una nueva fase en el Ártico“, afirma Barkhordarian, experto en estadísticas climáticas. “Cada vez hay menos hielo más grueso y de varios años de antigüedad, mientras que el porcentaje de hielo fino y estacional aumenta constantemente”.
Sin embargo, el fino hielo es menos duradero y se derrite más rápidamente, lo que permite que la radiación solar entrante caliente la superficie del agua.
Para que se considere ola de calor marina, las temperaturas en la superficie del agua deben superar el 95% de los valores de los últimos 30 años durante al menos cinco días consecutivos.
“No solo la pérdida constante de hielo marino, sino también el calentamiento de las aguas, pueden tener efectos negativos dramáticos en el ecosistema ártico”, explica Barkhordarian, citada por Phys.org. Las cadenas alimentarias podrían colapsar, las poblaciones de peces podrían reducirse y la biodiversidad en general podría disminuir.