Nicole Kidman está en boca de todos. No solo por su impecable interpretación, sino por atreverse con uno de los papeles más arriesgados de su carrera en Babygirl, la nueva película dirigida por la cineasta neerlandesa Halina Reijn. En ella, la actriz encarna a Romi, una ejecutiva de éxito que, tras una aparente vida familiar perfecta junto a su marido (interpretado por Antonio Banderas), se ve arrastrada por el deseo hacia un compañero mucho más joven. Lo que comienza como una fantasía sexual se convierte en una bomba emocional que amenaza con dinamitar su mundo.
Lo que distingue a Babygirl del típico thriller erótico de antaño no es solo su temática, sino su enfoque. Por primera vez, las escenas más íntimas han sido concebidas, escritas y dirigidas por una mujer. Reijn dota al filme de una autenticidad sin precedentes, explorando el placer femenino desde una perspectiva cruda, honesta y empática. “Abrirme a las manos de otra mujer fue liberador”, confesó Kidman en una reciente entrevista. “Es la historia que quise contar”, según una información publicada en Vanguardia|MX.
La película no huye del conflicto: la infidelidad de Romi no se presenta como un acto glamuroso ni escandaloso, sino como un espejo de sus frustraciones, sus miedos y su necesidad de conexión. El espectador asiste a un retrato íntimo de la vulnerabilidad humana, sin juzgar a su protagonista. ¿Puede un matrimonio sobrevivir a la traición? ¿Hay redención después del deseo? Babygirl no ofrece respuestas cerradas, pero sí plantea las preguntas incómodas que el cine había dejado de lado.
La actriz, que ya ha demostrado su valentía en títulos como Eyes Wide Shut o Big Little Lies, asegura que rodar con Reijn fue una experiencia reveladora: “Compartimos secretos, fantasías… Fue como hablar con tu mejor amiga. No me censuré, ni como mujer ni como actriz”. También destaca su conexión con Harris Dickinson, el joven actor que da vida a su amante, y la “intimidad emocional inmediata” que construyó con Banderas para que la química en pantalla fuera real.
En plena era post-#MeToo, donde las producciones han huido del erotismo explícito por temor a polémicas, Babygirl marca un regreso a las historias audaces, pero desde una narrativa moderna y respetuosa. “No se trata solo de sexo, sino del consentimiento, del poder y de la verdad que muchas parejas temen enfrentar”, dice Kidman. La crítica ya la ha comparado con clásicos como Nueve semanas y media o Instinto básico, pero con un giro contemporáneo y femenino.
Lejos de ser solo provocadora, la cinta también habla del amor maduro, del perdón y de las segundas oportunidades. “Me gusta pensar que esta pareja puede sobrevivir”, reflexiona la actriz. “Una relación larga necesita verdad. Este es solo el inicio de una nueva etapa para ellos”. Con Babygirl, Kidman no solo se reafirma como una de las grandes intérpretes de su generación, sino como una actriz dispuesta a romper tabúes y a incomodar para contar historias que importan.