El 12 de octubre de 2025, la plaza de Las Ventas fue testigo de un acontecimiento que quedará grabado en la memoria colectiva del toreo. Morante de la Puebla, con 46 años, decidió retirarse de los ruedos de manera sorpresiva tras cortar dos orejas al segundo de su lote. La decisión fue tomada sin previo aviso, dejando al público y a la crítica perplejos. Este gesto, tan inesperado como emotivo, marcó el fin de una era para el toreo.
La tarde comenzó con un festival homenaje a Antoñete, en el que Morante brilló por su presencia y maestría. Por la tarde, en el festejo principal, el torero sevillano sufrió una voltereta durante su faena, quedando momentáneamente inconsciente. Sin embargo, tras una breve asistencia médica, regresó al ruedo con determinación. La faena que siguió fue una muestra de su arte y temple, logrando conectar profundamente con el público. Al finalizar, se dirigió al centro del ruedo, se cortó la coleta y salió a hombros por la Puerta Grande, en una de las despedidas más emotivas que se recuerdan.
Morante de la Puebla no fue solo un torero; fue un artista que transformó cada pase en una obra de arte. Su estilo único, caracterizado por el empaque, la suavidad y la profundidad, lo convirtió en un referente del toreo moderno. A lo largo de su carrera, enfrentó desafíos personales y profesionales, pero siempre se mantuvo fiel a su esencia, ofreciendo al público momentos de máxima expresión artística.
Su despedida, aunque inesperada, fue acorde con su personalidad: sin estridencias, pero cargada de significado. Al cortarse la coleta en el mismo ruedo que lo vio nacer como figura, Morante cerró un ciclo y dejó un vacío difícil de llenar. La Puerta Grande, en esta ocasión, no solo simbolizó el reconocimiento a su carrera, sino también el cierre de una etapa dorada para el toreo.
Morante de la Puebla se va, pero su legado perdurará en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de presenciar su arte. La tauromaquia ha perdido a uno de sus más grandes exponentes, pero su influencia seguirá viva en cada rincón donde se valore la belleza y la emoción del toreo.