El 23 de noviembre, Miley Cyrus cumplió 33 años. Su historia no es la de una niña prodigio atrapada en la fama, sino la de una artista que se desarmó y reconstruyó tantas veces como hizo falta para mantenerse auténtica. Ganadora de su primer Grammy en 2024 por Flowers, Miley atraviesa uno de los momentos más dulces de su carrera, reconociendo que cada transformación ha sido parte de su evolución personal y musical.
Destiny Hope Cyrus nació en Nashville, hija del cantante de country Billy Ray Cyrus, y desde pequeña mostró una energía arrolladora, reflejada incluso en su apodo infantil, ‘Smiley’. La fama le llegó a los 13 años con Hannah Montana, un fenómeno televisivo que combinaba música, moda y adolescencia, pero que también la encerró en una versión de sí misma que nunca descansaba. Con los años, Miley ha reconocido que aquel personaje fue tanto un trampolín como una jaula, un aprendizaje sobre la fama y la identidad que la preparó para romper esquemas más adelante, según apunta La Vanguardia MX.
La transición de estrella infantil a mujer adulta fue mediática y polémica. Con Bangerz (2013) y actuaciones icónicas como la de los MTV, Miley demostró que su provocación era un acto de emancipación y no un simple escándalo. Cambió su sonido, fusionando pop con hip hop y electrónica, y asumió el control total de su imagen, desde el pelo platino hasta los tatuajes que hoy forman parte de su identidad visual.
Su carrera ha sido una sucesión de metamorfosis: Younger Now (2017) volvió a sus raíces country, Plastic Hearts (2020) abrazó el rock con inspiración en Blondie y Joan Jett, y Flowers (2023) consolidó su independencia emocional. Su voz rasgada y versátil le permite reinterpretar clásicos de Dolly Parton o Metallica con naturalidad, mientras su estilo estético sigue jugando entre lo salvaje y lo sofisticado.
Fuera de los escenarios, Cyrus también ha redefinido lo que significa ser una artista responsable: activista por la comunidad LGTBIQ+, la salud mental y la libertad sexual, fundadora de la Happy Hippie Foundation, y defensora de la importancia del silencio y la introspección. Hoy, a sus 33 años, Miley combina creatividad, serenidad y autenticidad, demostrando que no hay versión definitiva de ella misma, solo etapas que celebran su capacidad de reinventarse.